Encuentros Incómodos

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Tan pronto como ambos chicos salieron del edificio, el transcurso del viaje fue casto hacia el apartamento de Craig, donde su familia los esperaba.

Se habían mentalizado que era una mala idea, uno más tarde que el otro.

Al llegar a su destino, las siluetas en la entrada de la vivienda hicieron que la respiración de Craig se tornara pesada.

Craig reconocía las expresiones de sorpresa en su familia tras la característica máscara de seriedad de los Tucker. Jamás en la vida había presenciado algo parecido.

Cuando ambos salieron del coche, Craig creyó que iba a sufrir un infarto.

—¿Quién es ese? —preguntó directamente Tricia, sin despegar los ojos del rubio. Craig se sintió repentinamente irritado ante la actitud de su hermana.

Sin embargo, algo más estaba ahí, hundiéndose en su estómago profundamente.

Eso era lo de menos... ¿Qué era lo que debía decir?

—Él es Tweek —dijo Craig rápidamente. Su familia no pareció conformarse con esa respuesta, por lo que prosiguió, más inseguro—. Es un compañero de la universidad, se ofreció a acompañarme, y eso es todo.

La familia guardó silencio, dirigiéndose mutuas miradas, sus rostros reflejando desconcierto y duda ante la torpe excusa del moreno.

De pronto Craig se sentía jodidamente estúpido.

¿En qué diablos estaba pensando cuando insistió en que Tweek lo acompañara?

Buscando el apoyo del susodicho, le dio un discreto codazo en las costillas, haciéndolo saltar.

—¡Ah, sí! ¡Ese soy yo! El compañero... —balbuceó, sumido en nervios.

Dios, estaba hablando con la mismísima familia de Craig Tucker, ahí, en ese preciso momento.

Tweek sintió sus mejillas arder, completamente abrumado. Realmente, no tenía la esperanza de ganárselos con simpatía.

—Está bien —dijo Laura, rompiendo la tensión.

—Es un gusto, Tweek —Thomas se dirigió a Tweek con cortesía, Craig se alivió tremendamente a que no le haya extendido la mano—.  Me gustaría quedarme a platicar, pero ya vamos tarde, será mejor que nos apresuremos.

Siendo totalmente franco, Tweek se arrepentía enormemente de haberlo acompañado.

Pudo haber dicho tantas cosas, como que, por recompensa de ir a la cita, le haría de sus famosos panquecitos para cenar o quizá cocinar cualquier otra receta para animar al moreno.

Pero no, en lugar de eso decidió ir de anfitrión en un aburrido y tenso viaje de auto, en el asiento del copiloto, justo al lado de Craig.

El rubio comenzó a juguetear inconscientemente con los botones de su camisa, ceñido en nervios.

—¿Y qué es lo que estudias, Tweek? —preguntó el señor Tucker, tratando de ser amable, haciendo lo imposible para no sonar incómodo.

—Eh... —Tweek vaciló—. Artes musicales, señor.

—¿Música? Es completamente diferente a lo que estudia Craig —ambos jóvenes sintieron la sangre congelarse en sus venas. Dios, estaban perdidos—. ¿Cómo pudieron conocerse entonces?

—Umh, bueno, en realidad nos conocimos por terceros —explicó el rubio, sintiéndose más calmado en decir lo que en verdad pasaba—. Un amigo mío comparte una de sus clases con Craig y tuvieron que hacer un proyecto juntos, así que...

Lo que me faltabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora