Algo sólo suyo

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La noche transcurrió de un modo pacífico.

Después del feroz rencuentro y las conmovedoras confesiones, ambos chicos reunieron su silencio, sintiéndose cohibidos entre el sosiego cálido. Craig se sentía tan o más abrumado que Tweek frente a los hechos, sin saber qué hacer ahora.

Sin embargo, ambos estaban seguros de una cosa.

No querían volver a distanciarse de aquella manera.

Jamás.

Ambos disfrutaron de una pequeña cena preparada por el rubio. Tweek nunca dejaba de sorprender a Craig. Lucía deslumbrante e invadido en calma. Muy tranquilo, ¿será que Tweek realmente se sentía a salvo junto a Craig? El moreno miraba siempre atentamente cómo Tweek se veía tan bien siempre, pensando de manera constante en que hace exactamente unas horas atrás él sufría por no poder acercársele y decirle las mil y un cosas que quería.

A pesar de ello, él aún no tenía el valor para decirlas, de todos modos. Sin embargo, Craig se prometió que, de una manera u otra, se lo haría saber a Tweek en algún momento.

Aunque eso significara que no habría palabras de por medio.

—¿Crees que Clyde se enoje si tomo su cama prestada? —comentó casualmente el rubio mientras picaba los panqueques que les había hecho.

Craig se sorprendió gratamente ante semejante pregunta.

—Creí que dormiríamos juntos —admitió un poco avergonzado. El pecoso apoyo su mejilla contra su mano sonriendo con picardía.

—Oh —susurró meloso, moviendo sus cejas—. ¿Quieres que durmamos juntos?

—No lo digas así, lo haces sonar raro.

—¿Por qué? Yo no insinuaba nada —mintió Tweek, soltando una risita—. ¿Acaso deseas tener intimidad conmigo en algún momento?

Craig se erizó al sentir la mano de Tweek acomodándose seductoramente sobre la suya. Craig decidió demostrar resistencia dejándola ahí.

Tragó saliva nerviosamente.

—¿Realmente tenemos que hablar de esto ahora? —el rostro del moreno estaba ardiendo—. Es muy incómodo.

—No, pero deberíamos en algún momento —explicó Tweek para luego sonreír enternecido—. Me gustaría saber hasta dónde podemos llegar sin hacernos sentir incómodos.

Eso era algo razonable, en realidad. Craig sintió su corazón latir fuertemente contra su pecho. Tweek lo hacía porque quería saber qué era lo que no haría sentir incomodo al moreno.  Nadie jamás se había tomado esas molestias por él. Y aunque era cierto que no era muy aficionado al contacto corporal, la situación cambiaba drásticamente cuando se trataba de Tweek.

—No necesitas preguntar —dijo.

—¿A qué te refieres? —Tweek preguntó.

—Sí eres tú estoy bien con cualquier cosa —admitió el moreno, haciendo que el rostro de Tweek se ruborizara.

—¡No puedes decir eso tan a la ligera, hombre! —clamó, apartando su mano inconscientemente—. ¿Y si fuera un fetichista que le encanta amarrar a sus parejas?

Craig no lo pensó mucho.

—¿Quieres?

—¡Dios, no!

Craig no pudo evitar soltar una risita, cuando lograba traspasar la barrera de Tweek y ponerlo nervioso era tan... Adorable.

—¿En serio me dejarías hacer ese tipo de cosas? —preguntó el rubio después de unos segundos de silencio. Esta vez Craig pensó con más cuidado en lo que iba a responder.

Lo que me faltabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora