Respira.
El agua se resbala entre sus manos, palpa sus sienes y las enjuaga.
Cálmate, se dijo.
Una vez que Tweek sintió que recuperaba el control de sí mismo sintió que ya estaba listo para hacer frente a Craig.
Suspiró profundamente para calmarse, no era momento de flaquear, justo ahora lo que el azabache necesitaba era de su total apoyo, sentía que era lo menos que podía ofrecerle.
Tweek sabía que debía estar en un estado tranquilo y racional para poder atender a Craig, él lo necesitaba y Tweek se haría responsable de ello.
Volvió a la sala de estar donde trató de oír algún movimiento, pero todo se encontraba sumido en silencio.
Era como si después de la explosión, el volcán por fin se hubiese dormido.
—Craig, ¿dónde estás? —Tweek habló hacia el aire, siendo incapaz de percibirlo a esa distancia.
—En el sofá de la sala, cariño —Craig respondió suavemente, Tweek se dirigió a él.
A pesar de que Craig le hubiese dicho su ubicación, Tweek pudo descifrarla al instante en que la voz del azabache resonó por la habitación.
Quizá la manera más perceptible, pero no más aproximada en explicar aquello, era una habitación oscura, que producto del ruido, ésta era clarificada tenuemente con un rayo de luz que orbitaba alrededor de una zona específica.
En otras palabras, el sexto sentido; la orientación mediante a las vibraciones.
—¿Estás bien? —Tweek preguntó, sentándose junto a su pareja en el sofá, tomando la pequeña caja de primeros auxilios entre sus manos.
Comenzó a tantear el rostro del moreno cuidadosamente, buscando la ubicación de la piel hundida y herida de Craig para posteriormente sanar. Tweek humedeció una bola de algodón en desinfectante y se dedicó a esterilizar el pómulo lastimado de Craig, obteniendo siseos de dolor por parte del moreno algunas veces.
—Estoy bien.
—No, no lo estas —protestó Tweek molesto, pero no con Craig—, no debiste dejar que te golpeara.
—¡No iba a dejar que te pusiera sus sucias manos encima, Tweek! —Craig gruñó, irritado ante la imagen del padre de Tweek en su mente—. ¡Jamás me perdonaría que te hiciera daño y yo...! Yo sólo me sentí extraño, ¿de acuerdo? No sé qué pasó.
—Bueno, es lo mismo para mí —el azabache guardó silencio y Tweek supo que no entendía qué quería decir—. Craig, te lastimaron por mi culpa. ¿Sabes cómo me hace sentir eso? ¡No es para nada justo que te haya metido en esto!
—Tú no me obligaste a nada, Tweek.
—Craig, tú... —Tweek se mordió el labio, frunciendo el ceño. No, se repitió así mismo. No era hora de quebrarse, él debía ser el apoyo ahora—. Nunca te había visto tan enojado.
—No sé qué pasó, no estaba pensando y es raro en mí —balbuceó el moreno, Tweek pudo notar el nerviosismo con el que hablaba, de alguna manera, la ansiedad estaba atacando—. Simplemente fue como si actuara en piloto automático.
—Craig, céntrate. Mírame —ordenó, aunque no podía saber si realmente lo hizo, esperaba le ayudara a calmarse—. Sé qué te sientes muy confundido, amor. Todas esas emociones arremolinándose en tu pecho a las cuales no puedes ponerle nombre te están agobiando.
—Yo... —Craig no pudo terminar su frase, los temblores sacudieron su cuerpo y Tweek no dudó en abrazarlo con fuerza.
Tomó su rostro entre sus manos y plantó pequeños besos en su frente y mejillas.
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Lo que me faltaba
FanfictionCraig Tucker es un maldito insensible incapaz de sentir algo por alguien, pero eso cambia cuando conoce a Tweek al que también le falta algo. ¿Podrán complementarse el uno al otro? ¿Serían la pieza que le faltaba al otro? Créditos de la imagen de p...