Tensión

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Craig no quería ser una mala persona.

O tal vez sí.

Sin embargo, la expresión incrédula de Rebecca valía completamente la pena. 

Y Craig lo estaba disfrutando mucho.

—¿Y bien? —la pelirroja bramó con impaciencia—. ¿Qué haces aquí, imbécil?

Craig rodó los ojos, exhalando con irritación. ¿Acaso no era obvio? Él prácticamente vestía solamente ropa interior, con una apariencia destruida en toda su gloria matutina, en casa de Tweek.

Pero al parecer, la chica insistía en obtener una respuesta clara y directa.

Así que decidió jugar un poco más con ella. 

—No sé... —él bajó la cabeza como un tierno niño inocente, mirando distraídamente hacia los lados, haciendo que Rebecca lo mirara con furia, perdiendo la paciencia—. Vine a abrirte la puerta, ¿quizás? 

—Sabes a lo que me refiero, Craigory —masculló ella, viendo cómo Craig se mordía la lengua para no reírse en su cara.

Rebecca se acercó amenazante al azabache, con todo el propósito de arrancarle las pelotas a Craig por tomarle el pelo.

Si no hubiera sido por la aparición de cierto rubio, y dueño legitimo del hogar, ella se habría lanzado sobre el moreno para borrarle a puños la estúpida sonrisa en su cara al ver a Tweek llegar.

No obstante, ambos se llevaron una grata sorpresa al ver al chico rubio acercándose tan sólo en ropa interior y... La camisa de Craig. 

Craig no quiso sonreír, pero le resultó imposible.

Era ni más ni menos que su asombroso novio, vistiendo su camisa, mal colocada y desordenada. Sin mencionar los ligeros, pero notorios, chupones regados por el trayecto del cuello hasta la clavícula de Tweek.

Era una escena jodidamente memorable, y si Red no hubiese estado ahí él habría tomado una foto.

Tweek se acercó con paso seguro hasta rodear las caderas de Craig con sus brazos afectuosamente, enterrando su rostro en la ancha espalda de este en el proceso.

Craig hizo su mejor esfuerzo para controlar el golpe de sangre caliente que subía por su cuello y llenaba sus orejas, trató de verse estable frente a su prima, con la intensión de seguir molestándola.

—¿Quién es, Craig? —preguntó Tweek finalmente con curiosidad, apegándose a su novio.

—¿Por qué demonios Craig y tú están en paños menores en tu casa, Tweek?  —cuestionó abruptamente Red con molestia. El pecoso al identificar la voz se volvió un tomate viviente mientras soltaba al moreno bruscamente. 

—¡Red! —Tweek chilló—. Creí que siempre avisabas antes de venir... —balbuceó, tratando de defender su lugar.

—¡Responde mi pregunta! 

—Dios mío. Esto es vergonzoso, Rebecca —se quejó el rubio mientras se echaba los cabellos hacia atrás con nerviosismo. Por otro lado, Craig quiso taparle los ojos a su prima para que no viera lo genial que se veía su novio haciendo eso con su camisa puesta—. Pues, ya sabes, estamos en una edad en donde se comienzan a hacer este tipo de cosas, ¿no? 

—¿Hacer qué? —Red enarcó una ceja, cruzándose de brazos.

—Invitar a tu pareja a dormir —aclaró Tweek—, ya sabes, ese tipo de cosas. 

La manera tan natural en la que Tweek lo dijo hubiera sido más que satisfactoria para Craig de no haber sido por la expresión de incredulidad y hasta de cólera en la pelirroja. 

Lo que me faltabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora