Enero pasó volando y al llegar febrero, mi madre me lo regaló mi primer labial, no lo escogí yo, pero la señorita dijo que me quedaría lindo, era un rosa tenue y me gustaba demasiado.
Llegó el 25 de febrero, ya era mi cumpleaños, y yo llegué muy contenta a la escuela, porque tenía la esperanza de que me felicitarías al verme y en efecto, fuiste el primero en hacerlo, no es que te importará más que otros cumpleaños, más bien, llegaste temprano ese día igual que yo.
Me abrazaste y yo respire hondo, intentando absorber cada parte de ti, quería que durase más, pero todo termina y eso lo iba a recordar después...
Pasamos juntos toda la mañana, bueno, cada quien en su lugar, yo atrás de ti y tu adelante, nuestras platicas se hacían cada vez más fluidas y eso me mantenía contenta, esa mañana llevaba puesta mi bufanda azul, olía a mí perfume de frutitas y me la quitaste para ponértela, te gustaba su aroma, o eso me dijiste.
Estábamos en el descanso y llevabas mi bufanda en tu cuello, abrazaste a Ivonne, y la besaste enfrente de mi, me dolio, pero sonreí.
Me levanté para caminar un momento por el patio junto a mis amigas, cuando te acercaste tomado de la mano de tu novia.
Déjame decirte que Ivonne tenía la mirada más penetrante del mundo, en verdad en ese momento, me quedó claro su fuerte carácter.
-No le prestes tu bufanda a mi novio, que él no sabe cuidarlas y podría rasgarla-
Nadie dijo nada.
De pronto ella te quito la bufanda del cuello, Ivonne me la regreso y se fue arrastrandote con ella.
Entre al salón decaída, después de lo ocurrido, cuando puse mi bufanda en la paleta de mi banca, apareciste tú y te la pusiste.
Fue la primera vez que usaste una bufanda mía, la última ocasión en que la usaste estando con ella, pero siempre te las ponías regresando a mi.