Mis amigas salían conmigo para distraerme y mi madre me llevaba a su trabajo, ella era en ese entonces maestra de primaria, y los niños se volvieron una parte fundamental de mi, me gustaba verlos a los ojos y notar la inocencia que le faltaba a tantas personas ya.Poco a poco comencé a usar la pijama de nuevo y todo estaba saliendo mejor, aunque en ocasiones me preguntaba dónde podrías estar.
Tu ausencia me había matado, pero por mi bien yo había vuelto a renacer.
En una ocasión mi hermano me vio llorar, no pregunto por qué y se lo agradecí mucho, me abrazó y sin hablar me entendió.
-Tu no eres Julia si estás triste, la Julia que yo conozco siempre sonríe-
Tenía razón, yo siempre sonreía y ahora tenía que volverlo a hacer.
Fueron momentos complicados, pues te veía en cualquier lugar que visitamos, en tu comida favorita y en el eco del viento también.
Soñaba a diario contigo, volvías a mi lado en la noche, pero te ibas siempre, era lo normal al despertar de un sueño.