El mes pasó lento, y yo necesitaba volver a la escuela, ya anhelaba ver a mis amigos y bueno, a ti también.
Quería verme diferente esa mañana, deseaba que me vieras bonita, así que tomé la plancha para el pelo de mi hermana mayor y la pasé por todo mi cabello rizado hasta que quedara lacio, me veía bonita y creí que tú también me verías así.
Era el primer día y yo iba llegando tarde, casi me cierran la puerta en la cara pero logré entrar antes y al voltear te vi, por un momento nuestras miradas se cruzaron, mi corazón latía con más intensidad, hasta que la puerta de la escuela se cerró dejándote afuera, separándonos a ambos, entonces, me dirigí a mi salón, mientras seguramente a ti te regañarían por llegar tarde el primer día.
Cada uno fue directo a platicar con sus amigos.
Algo que no había notado antes, era la enorme bolsa que llevabas en las manos, también llevabas flores.
Te dirigiste hacia mí lugar, me saludaste de beso en la mejilla y por fin escuché de nuevo tu voz
–¿Julia, podrías prestarme tus colores?–
–Claro, toma–
Te di toda mi caja de colores y tú te fuiste a tu lugar, sacaste una hoja y empezaste a dibujar y a escribir en ella.
¿Acaso se podía ser más tonta que yo?
Estaba muy claro todo, era el cumpleaños de Ivonne, lo supe cuando te ví regalandole el oso enorme que se escondía en la bolsa y un ramo de flores.Te ví desde lejos abrazándola y dándole un beso en los labios.
(Sonríe, sonríe, no tienes derecho a llorar)