Fuimos al parque y nos sentamos en el pasto al lado de un árbol, entonces tuve una idea, saque un plumón de mi bolsa y escribí nuestros nombres juntos.
El árbol era el número 86...
Termine de escribir y te besé, porque ese árbol sería testigo de nuestro amor, después de navidad y año nuevo, nuestro propósito era permanecer juntos y así el árbol sería participe de todo.
Correspondiste mi beso rápidamente y el tiempo se detuvo entre tu aroma y el mío.
Contaste mis lunares, pues ya sabías en dónde se encontraba cada uno y te los aprendiste de memoria.Entre tus brazos nada importaba, era inútil la razón.
Ese mismo día me lo dijiste
— Compremos anillos, así ya estaremos casados y juntos para siempre— dijiste y me perdí en el bosque de tus ojos.
Pero tú, siempre me encontrabas y tus pensamientos me envolvían en un ambiente de alegría y felicidad, que al respirar se agrandaba mi corazón.