Por fin aceptaste que yo te prestara mis cuadernos, pues necesitabas el de inglés, física y matemáticas, que aunque no eran mi fuerte siempre cumplí con mis deberes.
–Aguirre toma– te dije dándote los pequeños cuadernos de colores que llevaba en mis manos
–Gracias
Ya era hora de irnos a casa cuando te acercaste a mí, y besaste mi mejilla.
–Hasta mañana Julia–
Me miraste una última vez, pero no reíste como de costumbre, estabas serio.
Mi cuerpo estaba inmóvil, mis piernas temblaban, te lo juro, ¿Qué tan grande era mi amor, si solo un beso en la mejilla era capaz de paralizar mi corazón?
Después de un rato me marché a casa y mientras miraba la ventana del transporte escolar, sonreí porque pude sentir tus labios en mi piel y esa extraña sensación de miedo combinada con calor, me gustó, Brandon, Villanueva, Diego y Gael solían despedirse así de mi, pero con ninguno sentí nada, solo contigo.
Por otra parte, desde ese día, esperaba ansiosamente que sonara el timbre que indicaba la salida, para sentir tu beso en mi mejilla.
–¿Julia en que piensas?, parece que no me pones atención–
Preguntó Amaya, algo molesta por mí falta de interés en nuestra plática, siempre regresábamos juntas a casa y platicar en esos momentos era lo más divertido al final del día.
–En nada, ¿Qué me decías?– fue lo único que pude responderle a Amaya, aunque internamente mi único pensamiento estaba en el calor que palpitaba en mi mejilla.
