La noche pasaba a toda velocidad y yo no podía dejar de mirarte a través de mi ventana ¿ Qué me habías hecho? ¿Por qué no podía dejar de pensarte?
Con el tiempo aprendí a amar cada parte de ti, amaba tus gestos y tus caras serias, amaba tu manera de hablar y cada tonalidad que adoptaba tu voz, desde tu risa hasta un susurro, me gustaba la manera en que me mirabas y adoraba lo despistado que llegabas a ser, amé cada defecto que alguien podría encontrar en ti desde tu irresponsabilidad para algunas cosas, hasta la forma en que le dabas relevancia a otras, amé cuando cantabas y hablabas con tanta pasión de algo, simplemente amé todo.
Llegué a la escuela y esperaba verte para poder hablar, sin embargo ese día no me dijiste nada.
Estuviste todo el descanso con Ivonne, estaban serios, bueno al menos tú si, te miraba a lo lejos, pensando en que querías decirme, pero sin poder adivinar aún.
Tú y yo teníamos muchas manías, no sé si lo hacíamos a propósito o por casualidad pero yo siempre traía tu celular y a veces tu llevabas el mío, ¿Por qué lo hacíamos? ni idea, pero así cuando acababan las clases y me acercaba a ti para dártelo me brindaba la oportunidad de despedirme de ti con un beso en la mejilla, tal vez ese era mi pretexto favorito o el más creíble.
Ya era hora de irnos a casa, y tú te encontrabas con Ivonne adentro del salón, me dió miedo entrar, pero tenía que darte tu teléfono, por suerte ví a Eduardo, se lo entregué y le pedí que te lo diera, aunque mi mochila y todas mis cosas estaban adentro, no quería verte con ella, por eso me negué a entrar.
Cuando por fin ambos salieron y yo fui por mis cosas, ví las llaves de tu casa tiradas abajo de mi banca, también tu chamarra, las levanté con mucho cuidado y las acerque a mi, como si fueran lo más valioso del mundo, al menos en esa ocasión, si lo fueron.
Esa misma noche me volviste a enviar mensaje
-Julia te llevaste mis llaves ?
-Si
-y mi chamarra?
-y tu chamarra
-julia, mañana si hablamos
-Estoy haciendo lo correcto, es sobre nosotros dos, yo no he dejado de pensar en ti.
Tenías la capacidad de dejarme sorprendida, eras una caja de sorpresas y al menos yo sentí que era para mí.
