Ya quedaba solo un mes para salir de vacaciones, realmente las clases ya habían acabado, pues la mayor parte del tiempo la pasábamos en el patio o viendo películas malas en audiovisual con el maestro Enrique, aunque también perdíamos algo de tiempo en los talleres.
Todos tomábamos un taller, en mi caso, tomaba cocina junto a Amaya y Natalia, ahí nos conocimos y en esa cocina se construyeron los cimientos de una amistad que duraría para siempre.
Desde que tengo memoria, he poseído la gran cualidad de arruinar todo lo que preparo, pero Natalia siempre me ayudaba y ¿Qué sería de nosotras dos, sin Amaya? la única a la que le importaba colocar las porciones adecuadas para cada alimento y siempre llevaba la taza medidora.
Antes de entrar a cocinar, me imaginaba cómo sería si tú probaras mi comida ¿Te podría gustar?
Cocina bien Julia, en está ocasión hazlo bien
Solía repetir aquella oración en mi cabeza, una y otra vez.
En aquella ocasión, preparamos papas al horno y por la facilidad del platillo, nada podía salir mal y por suerte todo estuvo en orden y quedó muy rico.
Te di a probar a ti y a los demás chicos, al parecer había quedado bien les había gustado, me alegré muchísimo.
Una parte de mi sabia perfecta que lo hice para ti.
....
En nuestros largos tiempos libres, caminaba junto a Valeria, cuando un balón casi me pega en la cara, no me golpeó a mí, pero a Valeria si.
Tú te acercaste y preguntaste
–¡¡Julia!! ¿A caso te pego a ti ese balón?–
Te veías enojado y serio, tus pupilas se habían dilatado, con el tiempo, yo había logrado aprender que cuando eso pasaba significaba que estabas poniendo atención.
–No, le pego a Valeria–
–Oh ya,está bien–
Te alejaste caminando tranquilamente, no te importo ni un poquito Valeria.
En ese momento no supe si reír o preguntarme el por qué de tu reacción.
En ocasiones eras complicado, eras un niño difícil, pero me gustaba y mucho.
