Recuerdo 34

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Todos los días me levantaba temprano, amarraba mi cabello en dos trenzas y usaba el perfume de frutitas, ya que tú decías que te gustaba.

Te parecerá extraño, pero jamás me molestó levantarme temprano, sabía que te vería a ti y eso era lo único que necesitaba saber para sentirme feliz. Sabía que tú estarías ahí, sentado atrás de mi, esperaría el momento, en el que me pidieras prestado un lápiz con punta y sabías que yo llevaría dos, ambos nos miraríamos y juntos podríamos platicar de mil y una cosa, no necesitábamos un tema de conversación siempre teníamos algo que decir, ¿no crees?

En algunas ocasiones al estar en clase tomabas alguna de mis trenzas y la desatabas poco a poco, soltabas mi cabello y después lo alborotabas, te gustaba jugar a peinarme, porque decías que me veía mejor con el pelo suelto y tú eras el mejor estilista de todo México a pesar de no poder hacerme una coleta de caballo a causa de no saber usar la bolita para el pelo, me gustaba que jugaras con el, se que puede parecer raro, pero me relajaba, me sentía en total tranquilidad y cuando acercabas tus manos a mi cuello, se que podías notar mis nervios y adivinar la expresión de mi rostro, pero tú reías. Suelo creer que te gustaba ponerme nerviosa.

Mientras daban alguna explicación en el pizarrón, solías acercar tu rostro a mi hombro y mientras tomábamos clase, yo podía sentir tu suspiro en mi cuello, a veces recargabas tu barbilla en mi hombro y yo me quedaba estática ante ese contacto.

Se te hizo costumbre oler mi cabello y te gustaba adivinar el shampoo que yo usaba, tú decías mil nombres y yo solo afirmaba o negaba con la cabeza hasta que lo adivinaras.

Yo siempre fui una persona bastante preocupada por los estudios y tenía el mal hábito de llevar la mochila llena de cuadernos, en cambio tú, puedo decir que te bastaba con uno.

A veces sin que me vieras, metía mis cuadernos a tu mochila y así yo cargaba menos, para que al día siguiente regresarán a mi repletos de tu nombre y tan llenos de ti.
Tocaba las letras que formulaban tu nombre y hacer eso me hacía sentirte tan cerca.

Siempre fuiste un chico bastante preguntón y aunque eso no me molestaba tenías la manía de ponerme en jaque con tus preguntas, como la siguiente que me hiciste.

–¿Julia, tu has visto a dos personas besarse?–

—Si, a ti y a tu novia–

Respondí yo, mientras escribía en mi cuaderno, aún sin mirarte.

–¿Te molesta?–

Tu pregunta no la veía venir, pero pensándolo bien, ¿Me molestaba? no tenía porque molestarme pero de cierta manera si lo hacía aunque creo que me causaba más tristeza que enojo.

Pensé en que contestarte, lo que tenía que decir era NO, solo NO, suena simple pero algo en ese momento me lo impidió.

–Si, me molesta–

Me miraste sorprendido mientras te reías, acababa de cabar mi propia tumba.

Mis ojos se clavaron en los tuyos y riéndome de mi misma dije.

–Mejor olvida lo que acabo de decir–

Aunque aún quedaba en tu rostro el rastro de tu anterior sonrisa, serio me contestaste que no.

–No lo olvidaré–

Un Recuerdo Del Primer AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora