Pasar tiempo juntos era lo más divertido del mundo, me fasinaba poder contarte todo lo que me pasaba y me gustaba poder escucharte también y aunque habláramos por mensaje en ocasiones, la sensación era la misma como si estuvieras a mi lado.
-¿Cómo supiste que querías estar conmigo?- pregunté
-No podía dejar de pensar en ti-
-Y en qué pensabas? - cuestione
-En tu cabello, en tus ojos y en tu lunar bajo el labio-
¿Mi lunar? A veces olvidaba que lo tenía, sin embargo tu lo recordabas, me puse nerviosa ante tus palabras
-En ocaciones olvidó que lo tengo- dije ocultando mis nervios
-Pues yo no, porque no puedo dejar de pensar en ti- soltaste tu de la nada y sonabas tan seguro...
- ¿En verdad pensabas en mi? - volvi a preguntar
- Cuando Diego empezó a acercarse a ti, sentí extraño, como si alguien me quisiera quitar algo, ese algo eras tú y el dia de la fiesta me di cuenta que no quería perderte-
-¿Te arrepientes de algo?- esa era mi única duda
- Si -
Mi corazón se detuvo por un momento
-Me arrepiento de no haberte besado esa noche-
Te abrace y una vez más deje que quemarás mi piel con tu contacto.
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Estábamos juntos en el patio, terminé mi jugo de mango y cuando me levante para tirar el cartón a la basura, me detuviste.
Corriste al salón por unas tijeras y me pediste que te esperara adentro por 10 minutos, lo hice, esperé.
Llegaste por detrás y tomaste mi mano.
— Julia, quieres casarte conmigo?
En tu mano llevabas dos anillos de cartón amarillo de mi jugo de mango, tu mirada me hacía sentirme más viva, más yo.
— Si quiero
No sabía que decirte, eras sorprendente, y a tu lado, todo cobraba más sentido.