Habíamos comprado un cochinito amarillo de cerámica para poder tener ahorros y poder ir juntos a algún lugar turístico, o quizá entrar a clases de baile y así poder bailar bien juntos, en las fiestas.
Tú te lo quedabas algunas veces y yo otras, así ambos podíamos meterle dinero, me gustaba imaginar en que lo íbamos a gastar, o en ocasiones pensaba en como lo llegaríamos a romper, quizá ambos tomándolo y dejándolo caer al mismo tiempo, no lo sé.
Amaba tener objetivos contigo.
A veces me pregunto si aún conservas el cochinito, tal vez como un recuerdo de mi.
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Los meses no dejaban de pasar y el tiempo se iba más rápido de lo que yo hubiera querido, recuerdo que fuimos al cine y me dijiste que me amabas para después abrazarme desesperadamente mientras yo, me perdía más y más en ti con un beso.
De haber sabido que era la última vez en que me besarías de esa manera, no te habría dejado ir...
Hacía frío y te puse mi bufanda, nos despedimos y volví a mi casa, ojalá no te hubiera dejado ir tan temprano.