Wayward Daughter. Chapter 13.

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Tenía preguntas muchas, pero poniendo de lado mis dudas sobre quien estaba detrás mío, quería saber quienes eran las personas a quienes Gabriel me había encomendado. Había algo en ellos que a pesar de que no existiera nada que me dijera que fueran peligrosos para mí, algo estaba mal con ellos. Eran hombres grandes y fuertes, Dean me dio una mala primera impresión, pero Sam era todo lo contrario. Mientras veía a Dean como alguien volátil y de carácter fuerte, Sam era más comprensivo y paciente, confiaba en Sam por lo menos, pero el que estas personas cazaran monstruos por simple placer era algo de otro mundo. Nadie hace este tipo de cosas sin tener una buena razón.

—¿Quieres decir algo?— levanté la mirada de mi bolso a Sam quien inspeccionaba su bolso sobre su cama. —Parece que quieres decir algo.— se encogió de hombros como si hubiera temido haber hablado de más.

Sonreí para mí, y luego suspire. —Hay algo que me molesta, bueno no me molesta pero me intriga. Y siento que necesito saber.

Él soltó una pequeña carcajada, me miró de reojo y asintió como si me diera permiso de preguntar cualquier cosa que me incomodara.

—¿Por qué?— mi voz sonó como un suspiro ahogado, como si fuera algo a lo que realmente no quisiera recibir una respuesta.

—¿Quieres ser más especifica?— una sonrisa juguetona se asomó por sus labios al tiempo que yo me quería venir abajo.

¿Cómo alguien con tanta luz en si podía tener una vida como esta?

—¿Por qué cazadores? ¿Por qué esta vida, Sam? No es fácil, ni sencilla. Parece que siempre están metidos en algún lío, entonces ¿por qué?— un suspiro débil mezclado con una carcajada escapó sus labios dejándome con una interrogante más grande; ¿si ellos no eligieron esta vida, quién lo hizo por ellos?

—Alguien tiene que hacerlo, Claire.

—Nadie elige esta vida. Lo sé. ¿Quién fue...?— me interrumpió.

—Claire, nosotros hemos aprendido a lidiar con cada cosa que se nos ponga enfrente sin importar que tan grande o maligna sea. Nadie mas lo hubiera detenido de ser por nosotros.— su explicación burda y sin detalles escondía mucho sobre él, lo sabia, lo noté cuando mencionó lo último.

—¿Detener que?

—El Apocalipsis— su voz era baja, pero con el silencio de la habitación lo escuché claramente. Tuve que mirar hacía otro lado.

¿Vampiros? ¿Demonios del Infierno? ¿Hombres lobo? ¿Ángeles del Cielo? ¿El Apocalipsis? Estaba llegando al límite. ¿Qué demonios era este lugar?

—No me crees.

—Es difícil de creer.— suspiré —Pero tengo que saber los detalles.

—Luego, ahora tenemos que ir a trabajar.— dijo dándome una cálida sonrisa al tomar su saco y bolso.

•••

En nuestro camino a Ragenly, Sam tuvo que hacer varias paradas. Una para comprar un conjunto de oficina, un saco y pantalón formal, una blusa blanca y corbata. Si bien, por buenas razones había elegido ser guardabosques es porque podía usar ropa cómoda haciendo mi trabajo, pero el traje era todo menos cómodo.

—¿En serio?— dije mirándome en el espejo. Solo hacía falta un peinado alto y parecería una secretaria.

—Lo necesitas, Claire. Si vas a jugar la parte, tienes que parecer la parte— solo me giré a verlo sin entender muy bien a que se refería. —Luego compraremos ropa cómoda, por ahora quédate con eso.

—No me gusta vestir de traje.

—Lo lamento. Dime una cosa, ¿sabes actuar?

—¿Actuar?— hice eco a su voz sin entender muy bien a que venía esa pregunta. —No lo sé. Supongo.

Me miró un segundo como si tratara de encontrar algo en mi voz.

—Muy bien. Hay que pagar y luego a encontrar una fotocopiadora— se levantó del cómodo sillón caminando hacía la salida.

La segunda parada fue en una papelería, que no sabía como aun existían estos lugares independientes, pero me agradaba el habiente acogedor y simple. El encargado del lugar miró a Sam extraño cuando él hizo su pedido, a lo que Sam luego solo respondió con: —Es para una fiesta de disfraces hoy en la noche. Ya sabe, disfraz completo y creíble.

¿Disfraz? Aun no tenía idea que era a lo que se refería Sam y no quise preguntar enfrente del encargado por temor a cometer un error.

—Listo, agente Alexander— dijo levantando la pequeña placa al lado de mi cara para comparar la foto con mi rostro. —Ahora eres un agente del F.B.I., Claire.

Tomé el artefacto entre mis manos observando la placa falsa que Sam me había creado.

—Por lo menos esto hay en común entre mi mundo y el tuyo, ¿no? Esto es ilegal.

—Lo es, pero no se lo digas a nadie— me extendió una sonrisa triunfal a lo que yo solo me quede petrificada en la banqueta fuera del local.

•••

—La última víctima se llamaba Viktor Bryce, fue encontrado en este lugar— Sam me pasó la foto de un lugar rústico, abandonado, un lugar que pareció ser el algún punto de su existencia un restaurante.

—¿Qué estamos buscando exactamente? Me dijiste que hubo varias víctimas.

—Las hay; Lina Fany, Lu Ling, Tessa Stan, y otros cuatro mas en un lapso de cincuenta años.

Con con anterioridad me mencionó que pensaba que era un hombre lobo por la forma que las víctimas fueron asesinadas, y cierto órgano vital que les fue arrebatado. Las víctimas no tenían mucho en común por excepción del lugar que alguna vez pisaron, tenían diferentes edades, eran de diferentes etnias y diferentes sexos.

—Un lugar que pisaron una vez en su vida no sirve como indicio, ¿de dónde sacaste esto?

—La forma en que murieron me inquieta.

—A cualquiera— dije levantando las fotos de las escenas del crimen y en serio eran grotescas, y he visto cosas feas en mi vida. —¿Ahora qué vamos a hacer?

—Hay que hablar con los familiares de las víctimas. Investigar sobre quien podría ser el posible atacante.

—¿Y cómo sabes que sigue aquí?

—El último incidente fue hace dos semanas, sigue aquí.

Ya no dije nada pues Sam me dió una cara de pocos amigos que a la cual no supe como responder.

Wayward Winchester. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora