02. Hablando Con El Viento

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Capítulo 2


2| Hablando con el viento.

IVÁN

Me quedé mirando a la calle con la ventana abierta, observando como llegaban cada vez más personas a la casa de los Medina.

No sabía que hacer, si el caso lo había tomado alguien más, si tendría que buscar a otra persona y conseguir más pasta. Junté mis manos y recosté mi cabeza aun mirando a la calle.

Una silueta salió como desorientada de la casa, se aseguraba de que nadie la siguiera. Me levanté para saber de quien se trataba, pero supongo llevaba un abrigo con capucha ya que no veía su rostro. Al ver sus zapatos supe que era una chica quien caminaba de prisa y luego se detenía frente al terreno baldío como siguiendo algo o a alguien.

Tomé unos tragos más de la botella de whisky, me coloqué un buzo y salí de nuevo dirigiendome al terreno baldío.

Supongo el alcohol me hizo ver la cara de mi madre en esa silueta. Tambaleándome levemente caminé hacia allá.

-¿Por qué? -sollozó la chica detrás de un pino impidiéndome ver con quién hablaba. - Es que yo... No puedo decir nada. Me volverán a internar en el psiquiátrico. No me importa que...

- Eh, chiflada. ¿Con quien hablas? ¿Tienes amigos imaginarios? - la Chica que estaba de cuclillas se puso de pie, la luz de la farola hacia que las lágrimas en sus mejillas destellaran.
Era la hija de Alberto Medina.

- Mira, estúpido incompetente. - se secó las lágrimas y me miró furiosa. - Estoy tan chiflada que en este momento te lo voy a contagiar. -amenazó. El pino se movió ferozmente y una ráfaga de viento me hizo tambalear y caer de trasero, sintiendo una pequeña punzada de miedo.

-¿Me volveré loco? ¿Crees que no estoy loco ya? -después de unos segundos caí en cuenta de que la chica ya tenía rato que se había ido caminando lejos de mi. Como pude me levanté y la seguí a mi paso.
- ¡Eh, loca! ¿Con quien hablabas?!

-¡Con mi adorado viento! - exclamó sarcástica.

Vaya loca.

-Hola viento -susurré. No hubo respuesta- ¿Que diablos estoy haciendo?

[***]

Cada vez faltaba menos para el inicio de clases y regresar al colegio por una larga temporada hasta navidad.

Mi padre y su novia, Ambe, r me parece que estaban discutiendo en la planta baja, en realidad no lo sé. Me coloqué los audífonos y me quedé recostado mirando al techo. Es tan aburrido este lugar. Mínimo en el colegio puedo estar con mis amigos, enrollarme con mi novia y causar problemas o romper alguna regla. O que sé yo.

De la nada, escuché un fuerte estruendo y luego el gemido de una voz femenina. Me quité los audífonos y me puse de pie rápidamente, apurandome a las escaleras.

- ¿¡Que demonios hiciste!? -le grité a mi padre al ver a Amber inconsciente en el piso con la cara rojisima, supongo de un golpe y el labio reventado.

- Se tropezó -contestó mirándome de manera macabra, apreté mis puños.

- Ya, claro. Como cuando me rompiste el brazo que me obligaste a decir que tropecé ¿no?

- No es asunto tuyo ¡A tu habitación! -vociferó con rabia.

- ¿Que? Ay pero tantas ganas que tenía yo de pasar más tiempo con un maltratador gilipollas. -hablé sin poder detener mis palabras. En cuanto caí en cuenta de lo que dije retrocedí con miedo.

- ¿Como me dijiste?

Tragué con dificultad antes de recibir una serie de puñetazos. Con las piernas lo empujé bruscamente, haciendo que se alejara. Saqué el móvil y sin importarme que se diera cuenta comencé a grabar.

-Estas enfermo - balbuceé levantandome con dificultad. Ocultando el móvil ligeramente detrás de mi. Sentía el rostro caliente, sabor a sangre en mi boca y los brazos comenzaban a palpitar.

Se acercó de nuevo pero esta vez escapé y subí a mi habitación, coloqué el seguro sabiendo que venía tras de mi.

-¡Abre la maldita puerta, te voy a enseñar a que me respetes! -seguía grabando con el móvil a la vez que me movía rápidamente poniéndome los zapatos y haciendo una maleta improvisada. Me apresuré cuando escuché la primer patada en la puerta haciendo que esta casi se cayera. Tenía miedo, las manos me temblaban y no me podía detener a mirar las heridas. Con la fuerza que quedaba en mi interior arrastré la cómoda obstruyendo la puerta y corrí a buscar los lentes de sol. Escuché a él gilipollas gritar con tanta rabia y dar una patada más zafando algunos tornillos.

-¡Haré que te puras en la cárcel maldito abusador! Yo mismo me encargaré de que te encierren. -amenacé. Abrí la ventana con tanto cuidado de no hacer ruido que me tardé más de lo esperado, mi padre soltó un montón de profanidades y golpeó la puerta numerosas veces.

Primero lancé la maleta y luego bajé yo, al momento de bajar me torcí un poco el tobillo, pero eso no me impediría correr por mi vida. Crucé la calle privada número 6 en cuestión de segundos. Miré mi camisa y estaba manchada de sangre. Me escurría la sangre por la nariz y por la boca.

No me detuve.

Estaba harto de esto.

Las personas en la avenida se me quedaban viendo, un adolescente ensagrentado corriendo por las calles mientras intenta marcar al 911 no se ve todos los días.

Corrí lo más alejado con la capucha en caso de que me persiguiera en su auto y finalmente logré marcar el número. Me detuve en la gasolinera aún llamando la atención de las personas.
Me encerré en los baños e intentando regular mi respiración hablé con la policía.

-911 ¿ cuál es su emergencia?

-Necesito una ambulancia para la calle privada número 6 de George Town, hay une mujer herida. El agresor es el dueño de la casa, por favor lleguen antes de que suceda una tragedia. -pedí agitadamente, la mujer que respondió intentó tranquilizarme. -Solo, por favor lleguen rápido.

Terminé la llamada y me apoyé en el lavabo mirando mi rostro molido a golpes. Con cuidado de no hacerme más daño limpié mi cara de la sangre y con papel intenté detener las hemorragias.

Acabas de denunciar a tu padre. Sabes lo que te hará.

Alejé el pensamiento de mi mente mientras con la camisa ensangrentada sequé mi rostro con una mueca de dolor.

La puerta del baño se abrió repentinamente causandome un gran susto.

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