48. Despedidas

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Capítulo 48

48 |Despedidas.

IVÁN

—¿Puedes apagar esa música odiosa? —escupí. Diego se giró a mirarme confundido.

—¿Que tiene de odiosa ?

—La letra cursi, apagala —ordené, el esbozó una sonrisa traviesa.

—¿Nunca te habían rechazado, pequeñín? —preguntó con un puchero. Le golpee el hombro y personalmente cerré su ordenador, apagando la música.

—¿Le llevaste el almuerzo a Ivy? —pregunté desviando el tema. Diego asintió, yo bajé la vista de nuevo a mis libros. Pero era una tortura intentar estudiar y que en mi mente solo bailaran imágenes de Julia, seguramente haciendo alguna broma o hablando de anormalidades que a nadie le interesan, pero cuando las escuchas de ella, simplemente se vuelven interesantes.

—¿Crees que Ivy se recupere de todo ésto? —le pregunté. Extrañaba a Nora, quien, bueno, había resultado ser realmente Ivonne, y su gemela, Nora, casi nos mata a todos hace un par de semanas. Ahora de cariño le decíamos Ivy, pero ya no era esa dulce chica bromista, ahora era frágil y llora casi todo el tiempo. Necesita salir de estar encerrada, pero debemos seguir el plan si queremos que Ivy viva.

—Julia —empezó Diego e inmediatamente me enojé.

—Te dije que te calles con ese tema —espeté claramente enfadado.

—No, Julia, está allá, subiendo a un auto —me dijo mirando por la ventana. Inmediatamente me asomé y corroboré lo que veía Diego. Al ver al hombre con quien se subía, sentí un golpe bajo y una punzada de celos.

—¿Por ese señor te rechazó? —se rió Diego. Yo le di un zape en la cabeza, bien merecido. Mientras el se quejaba, observé lo incomoda que se notaba. Y al ver cómo la metía a empujones al auto, me revolvió las tripas.

—Algo anda mal —le dije a Diego.
Me dispuse a salir, pero en ese momento entró Cisco. Al verme, inmediatamente su semblante cambió.
Estaba molesto conmigo porque creía que yo le había hecho algo muy malo a Julia y que por eso ya no nos hablaba... De hecho ya no hablaba con nadie. Se la veía sola por todos lados, Ainhara y Camila dicen que llegaba a dormir tarde y se iba muy temprano. Y en las clases evitaba sentarse cerca de nadie, pasaban cosas raras a su alrededor, todos lo explicaban con el viento, pero nosotros sabíamos que era algo más.
Por su parte, Jonathan, estaba afectadisimo, ahora que sabía que Dimitri fue asesinado y la misma chica casi nos quema vivos. No lo culpo por haberse dado de baja casi inmediatamente, bajo el juramento de que no podía decir nada hasta que I y estuviera a salvo.

—Que asco. Esta habitación apesta a mentiras —dijo Cusco arrugando la nariz.

—Yo no le hice nada —le respondí por milésima vez. El resopló harto— ¡Bien! Me besó, pero luego me echó de la enfermería y no ha vuelto a hablarme o siquiera mirarme desde entonces —confesé.

—¿Ella te besó? —preguntó Cisco, algo dudoso.

—¡Qué si, hombre! —repliqué.

—De seguro tu la besaste y ahora no nos habla porque lo hiciste sin su consentimiento...

—No es la primera vez que lo hace, Cisco —confesé. Esta vez Diego también se giró sorprendido.

Serendipia I [El Secreto De Julia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora