45. Ivonne Báez

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Capítulo 45

45 | Ivonne Báez.

JULIA

Los ojos de la chica nos miraban desde la oscura habitación. Tenía una débil mirada suplicante, apenas se movía. Iván no podía creerlo, se había quedado helado.
Yo comencé a buscar una forma de abrir la trampilla.
Pero por más que tiraba de la trampilla, nada pasaba, no había ningún seguro, no había nada.

—Iván ¿cómo la sacamos? —dije intentando hacer que pensara en algo.

—¿Cómo sabemos que ella no fue la que mató a Dimitri? —preguntó, tomándome del brazo y alejándome de la trampilla.

—Porque esa fui yo —una voz gélida resonó en todo el lugar, detrás nuestro. Me sobresalté, Iván me hizo dar un paso atrás y me cubrió con su enorme espalda, apuntó a la chica y al verla noté como su vena del cuello saltó punzante.
Era idéntica a la otra chica en la trampilla, sus ojos los mismos, pero los de esta chica estaban inyectados en odio. Ambas tenían el cabello castaño rojizo y pecas, los mismo ojos cristalinos azul verdoso.

La chica frente a nosotros sonreía, casi podía decir que parecía divertida con ésto.

—Esa es Nora —le susurré a Iván— Y la que está atada, es Ivonne.

Al parecer Nora me alcanzó a escuchar y ensanchó su sonrisa, aplaudió sin gracia.

—Wow, me parece impresionante que por fin después de casi un año de secuestrar a mi copia, la hayan encontrado —dijo— ¿Lo ves, Ivonne? A tus amigos nunca les importaste —dijo mucho más fuerte haciendo que su voz resonara por todos lados, asegurándose de que su hermana también escuchara.

—Nunca dejamos de buscarla —declaró Iván— En cambio, tu... Bueno, morirás y te olvidarán cómo la mierda. Nadie sabe que existes, nadie te extrañará —escupió Iván, se acercó bruscamente y la iba a tomer del cuello.

—piénsalo bien, Iván, no querrás que los vuele a todos —amenazó, alzó en la mano un control— A decir verdad, llevaba mucho tiempo esperando visitas para poder hacer ésto.

—No lo harías —hablé yo, asegurándome de que la voz Nilo me temblaba más, su mirada se clavó en mi, había algo sumamente oscuro envolviendola. Sentí el odio que cargaba, el sentimiento de abandono y soledad a flor de piel— No te volarías a ti misma —razoné. Había mucho odio pero hacía el resto del mundo, no sentía que fuera un sentimiento suicida, sino, de venganza.

—¿Estás segura? —retó, Iván dio un paso al frente— Detente o te juro por lo que quieras que nos hago volar a todos.

—¿Arriesgarías los únicos ductos hacia la mina, por tres personas? —intentó entender Iván, ahora Nora lanzó una fuerte carcajada.

—¿Ni siquiera supiste que ya tengo al resto de tus amigos? —rió— Cisco, Ainhara, Camila, Jonathan... Con ustedes tendré la colección completa.

—No es verdad —replicó Iván, todos los músculos de su espalda se tensaron. Nora sonrió con malicia.

—Compruébalo tu mismo —dijo— Acércate —le ordenó.

Vi como la sombra que la rodeaba creció cuando Iván dio un paso adelante, estábamos cayendo en una trampa. Corrí hacia Iván para detenerlo, pero fue tarde. Presionó algo detrás de ella y justo donde estábamos pisando, se abrió haciéndonos caer hasta una bóveda, caímos sobre tierra con un golpe sofocado, caí sobre Iván y ambos lanzamos un quejido al golpear con el suelo.

Me reincorporé, me levanté y me sacudí la tierra.

—Estamos justo donde ella nos quiere —dije, mirando hacia todos lados por una salida. Pero estábamos en donde estaba la chica atada, ahora estaba desplomado sobre el piso, sus ojos estaban cerrados, pero había algo más, en la otra esquina, habían bultos oscuros, escondidos en las sombras.

—¿Estás bien? —preguntó Iván con la voz ronca y dolorida. Se puso de pie y se acercó a los bultos, pronto nos dimos cuenta que no eran simples bultos.

—¡Cisco! —llamé. Iván comenzó a removerlos, estaban inconscientes amontonados en una esquina.

—Imposible que Nora haya hecho ésto sola —dijo Iván y tenía razón, por muy fuerte que fuese, arrastrar a alguien inconsciente era demasiado, más cuando se trataba de Cisco o de Jonathan.
Comenzaron a despertar poco a poco, muy confundidos y desorientados.
No había salida, de pronto algo llamó mi atención, un frío envolvente.

—Ivonne —dije— Está muriendo —me acerqué a ella, olía muy mal, estaba en un muy mal estado, tenía heridas por todas partes, la habían torturado, la habían dejado sin comer y beber, estaba flaquisima y su respiración era débil al igual que su pulso.

—No encontramos a Sofía —dijo Cisco con la voz temblorosa, recuperandose.

—Pero encontramos una fosa común —esta vez habló Ainhara con cara de horror— Encontramos al menos cinco cuerpos... Escuchamos petardos, sentí un pinchazo... Y ahora estamos aquí.

—Sin salida —observó Camila.

A través de la trampilla vimos a Nora, hablaba con alguien pero nos era imposible saber quien era. Ni siquiera yo podía ver mucho. Solo supe que el odio de Nora crecía y su sed de venganza también.
Le estábamos gritando para que nos dejara salir, intentamos decirle de todo, pero en ningún momento flqueó.
Se fue y al regresar llevaba un bidón en las manos, cuando lo abrió y comenzó a tirarlo por la trampilla y todo el pasillo, nos alejamos inmediatamente y nos pegamos a la pared.
Era gasolina, nos iba a quemar vivos.

—Mentiste, no hay ninguna bomba —dijo Iván encolerizado y aterrado a la vez. Pero siempre al frente, nos cubrió a todos, y el se interpuso. Si nos prenden fuego el será el primero en quemarse vivo, intentando protegernos a todos.
Ese es su mayor defecto, cree que puede salvar a todos, se preocupa demasiado por todos y eso le asusta, lo han lastimado toda su vida y se esconde bajo una coraza en un desesperado intento por ser alguien más. Sentí ganas de abrazarlo, pero al fondo de mi mente seguían resonando sus palabras, todas las cosas horribles que me había dicho antes.
¿Por qué no podía perdonarlo?

—Es una contramedida forense, listillo, el fuego hará todo el trabajo para dejar sus restos irreconocibles y luego la bomba los esparcirá en cenizas. ¿A que es muy inteligente?

Nadie respondió nada, escuchamos cómo prendió un cerillo, rió por última vez y lo tiró sobre la gasolina. Luego solo escuchamos sus pasos alejándose a velocidad y nuestros propios corazones golpeando contra nuestro pecho.
Comenzamos a gritar sin saber que hacer, el fuego avanzaba rápido, pronto todo se había iluminado y comenzaba a entrar a llamaradas en la bóveda.

Iván comenzó a golpear un muro, Cisco buscaba alguna palanca para soltar algunas rocas de la pared y quizá salir. Ainhara y Camila ayudaban a Iván, todos tan desesperados y presos del pánico, escuchaba como crujía la tierra y las altas llamas del fuego acariciando las paredes de la bóveda. Yo estaba a un lado de Ivonne, asustada por lo que estaba pensando.

Quizá si había forma de sacarlos de aquí, pero no sabía controlarlo.


N/a:

Se viene el clímax de ésta historia, estén atentos para nuevas actualizaciones.
Gracias por leer :))

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