33. Un Ordenador, Muchas Preguntas.

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Capítulo 33

33|Un Ordenador, muchas preguntas.

JULIA

—Cisco —respondí, con una sonrisa incómoda. Nuestras madres son amigas, nosotros solo conocidos.

—Vaya, jamás imaginé que fueran a meterte en un internado después del psiqui...

—Si, ni yo. Nos vemos luego —corté. Lo último que necesitaba es que todos se enteraran.

—Espera ¿Dije algo malo? —cuestionó, plantándose frente a mi, obstruyendo mi camino.

—No... Es solo que... ¿Si te lo digo en privado? —sugerí, al darme cuenta del montón de personas pendientes en nuestra plática—¿No tienen nada mejor que hacer? ¿Que les parece si mueven sus culos de mi camino? —hablé dirigiéndome a los demás estudiantes. Si algo odio, es a los chismosos que además estorban.

—Déjame ayudarte —Cisco tomó las maletas— ¿Que habitación? —me miró.

—La tres quince —contesté— No hace falta que me ayudes...

Estaba diciendo, cuando me di cuenta, Cisco ya iba adelantado caminando.
Iba detrás de él.

—Que corte de cabello —se mofó una chica en el pasillo, alcancé a escucharla y me detuve.

—¿Perdón ? —cuestioné acercándome amenazante.

—Nada... Solo que... Pareces trasquilada —rió, mirándo a su amiga para que riera con ella.

—Esa es la idea, lista —contesté, revolviendo mi corto cabello—Aunque yo el tuyo lo veo largo, pero opaco y muy seco, tengo una mascarilla buenísima para tu cabello. La próxima vez, en lugar de que te echen el semen en la cara, procura ponertelo en el cabello —comenté, con una falsa sonrisa y las cejas alzadas.

—Ya veo porque lo tienes tan lindo —replicó, intentando no parecer ofendida.

—Gracias ¿ya ves que solo era envidia? —agité mi cabello y seguí mi camino con la frente en alto.

Nadie insulta mi corte de lord farquad.

La puerta de la habitación estaba abierta y mis cosas estaban sobre una cama pegada a la ventana, habían otras dos camas y dos chicas hablando con Cisco.

—Julia; Ainhara y Camila. Ainhara y Camila; Julia —nos presentó. Ambas chicas me sonrieron forzadamente y me saludaron, devolví el gesto con menos falsedad y mi tono neutral activo— Bueno, las dejo para que se conozcan —comentó. Ainhara apretó su brazo y Camila sobó su espalda, antes de que cerrara la puerta tras el.

Ambas chicas, se quedaron mirando mi cama de una forma un poco extraña, casi melancólica.

Tenía que desempacar, pero no tenía ni idea de cuál era mi espacio. Tuve que romper el silencio incómodo.

—¿Donde pongo mis cosas? —pregunté, alzando la voz, evitando mirarlas.

—La cómoda frente a tu cama —señaló la rubia. Que debo admitir es muy bonita y tiene una voz sumamente armoniosa.

Serendipia I [El Secreto De Julia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora