31. Hasta Nunca.

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Capítulo 31

31|Hasta nunca.

IVÁN

Abrí los ojos de repente, hacía mucho frío y mi cabeza punzaba, poco a poco el sonido fue reapareciendo.
Me llevé una mano a la frente e inmediatamente me arrepentí.

—¡Puta ! —exclamé. Me había herido la frente. Entonces el recuerdo vino a mi mente.

Alguien me había tirado una piedra, que digo piedra, me habían tirado un puto ladrillo ¡Pero si me querían matar!

Me puse de pie rápidamente, se escuchaba el barullo a la distancia, además del agua corriendo.

Al ponerme de pie me marée un poco, pero mi semblante cambió totalmente al ver pequeños destellos de sirenas de policías. Se escuchaba la ambulancia llegando por el camino de las rocas.

Un par de personas andaban con linternas entre la oscuridad.

—Ayuda —pedí alzando una mano, pues con la otra me tapaba la herida, que me dolía como los mil demonios.

Para mi suerte eran de la guardia civil, ambos me recogieron y me guiaron a la ambulancia. Había mucha gente, muchas luces, pero me dolía tanto la cabeza, que me cubrí los ojos y seguí andando, guiado por la guardia cívil.

—¿Que te ha pasado? —preguntó la paramedica, mirándome la frente. Tenía las gasas en las manos y un montón de cosas en una bandejita.

—Creo que me golpearon con un ladrillo —dije, mirando nervioso la aguja que la paramedica sostenía.

—Pues te han abierto la frente, tendré que suturar —avisó, retrocedí un poco, al mirar como alzaba la jeringa— Es solo para desinfectar la herida, te ha entrado mucha tierra, por eso te arde mucho —informó— Ahora, respira hondo... 1, 2

Nisiquiera contó tres, cuando exprimió el líquido en la herida. Ardió tanto, que casi me rompo la puta quijada, por apretarla tan fuerte.

Poco a poco el dolor fue disminuyendo, pero no se comparó a lo que vino después, me inyectó anestesia y pasó a coser la herida. Me puso un parche y ya estaba.
Esperé a que se fuera, para derramar un par de lágrimas, recostado en la camilla de una de las ambulancias.

Escuché un auto llegar, luego otro. Y sonó la voz de Víctor.

—¡Necesito verle! ¡Dígame quien es! —exclamó al borde de la locura.

—No puede cruzar ésta área, ya vendrán los detectives, quédese atrás —le replicó una voz gruesa.

Salí lentamente de la ambulancia, preparándome para lo que estaba a punto de ver.

Había personas por todos lados, dentro y fuera del área encintada. Los de adentro, iban y venían con cámaras y bolsas,eran los forenses.
Los policías cuidaban el área fuera de la cinta.

Reconocí a Víctor de espaldas, Helena estaba a su lado. El profesor Pedro también estaba cerca de ellos. Martha y Andrés igual se mantenían al borde de la cinta, todos estaban tensos y hasta aquí presentía su nerviosismo y angustia.

Serendipia I [El Secreto De Julia] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora