CAPITULO 15:

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—Buenas tardes, señoritas—el bueno de Rodriberto nos abrió la puerta de la mansión—oh vaya. Señorita Julieta, ¿se encuentra bien?—ella entró zapateando y gruñendo.

—No te interesa, Roberto—él la vio seguir de largo y luego me miró a mí.

— ¿Qué le pasa?—suspiré, quitándome la chaqueta.

Además de comer escorpiones en el almuerzo... No mucho.

—Un mal día. Dice que se cayó, pero no sé porque no le creo—el negó.

— ¿Y cómo está usted, señorita Marian?—

—Se puede decir que bien. Gracias por preguntar. ¿Y usted? Lo veo mejor—me sonrió amable.

—Y me siento mejor. Por cierto. Esto llego hace un rato. Es del colegio de la señorita—me pasó un sobre con el escudo del colegio.

— ¿El señor no lo ha visto?—el negó.

—Siempre lo ven primero las niñeras de la señorita Julieta y si es demasiado importante, se comunica al señor—lo destapé.

—Muchas gracias, Roberto—saqué la nota.

Nuestra relación había cambiado. Limamos las asperezas y ahora me llevaba tan bien con él, como me llevaba con Magdalena o Carlotta. Ni le importaba el que lo llamara Rodrigo o Rodriberto de vez en cuando.

La reconciliación sucedió, cuando lo trajeron del hospital.


FLASHBACK:

—Camina despacio Roberto. No tenemos afán—los vi desde la entrada, con Maurice sujetándolo de un lado y mi jefe del otro.

—Odio estar tan cansado—gruñó.

—No te preocupes. Tomate el día de hoy y de mañana—él le dio las gracias al señor—No voy a hacer que trabajes así—

Me aproximé a ellos cuando lo sentaron en la sala, excusando que estaba demasiado asfixiado. El me miró serio.

—Roberto. Qué bueno que regresaste. ¿Cómo te sientes?—movió la mano queriendo decir que no importaba—Me quiero disculpar contigo. Enserio—levantó la cabeza—Primero por permitir que alguien ingresara sin tu consentimiento. Y segundo por el accidente con el suelo húmedo. No fue mi intención. Incluso llegué a pensar con temor que tendría que cargar a un muerto en mi consciencia. O que usted vendría a espantarme en mitad de la noche...—al ver su aburrición por estar yo de nuevo de parlanchina, me detuve—lo que pasa es que...—

Me interrumpió.

—Es un espíritu libre que no puede quedarse quieta—miré mis manos ante su reprimenda casi burla.

—Sí. Lo siento—se rió

—Ya. Déjese de bobadas. Quien debe disculparse aquí soy yo. No debería haberle gritado. Debí escucharla antes. Acepto sus disculpas si usted acepta las mías—extendió su mano. Se la estreché sonriente.

— ¿Ahora viene el beso o qué?—miré a mi jefe, que tenía una mirada arrogante.

Me crucé de brazos, mirándolo con las cejas levantadas.

— ¿Con usted? Ah, que descarado. ¿Quiere un beso? ¿De mí?—ahora el contrariado fue el.

—No... Yo decía...—sonreí, caminando por su lado y dándole golpecitos en la mejilla.

—Divino Grinch—me alejé, dejando descansar a Roberto

FIN DEL FLASHBACK


MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora