CAPITULO 47:

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—Pues alguna tendrá que decirme algo. ¿O vamos a quedarnos viéndonos las caras?—Julieta me apretó la mano— ¿hija?—suspiró.

—Se trata del ama de llaves—habló en voz baja.

— ¿Magdalena? ¿Qué pasa con ella?—la miré, y luego a su padre.

—Ella... ella ha intentado...—le peiné los cabellos.

— ¿Quieres que hable yo y se lo diga?—no respondió.

— ¿Decirme que?—Julieta comenzó a temblar del pánico.

Las cosas eran peores de lo que yo pensaba.

—Oye—me arrodillé a su lado y al instante Charles tambien estuvo junto a ella— ¿Qué pasa, cariño?—

— ¿Tiene que ver con la cirugía? ¿Julieta te sientes bien?—yo negué, mirándolo.

—No tiene que ver con eso—la tomé de las mejillas.

—No puedo decirlo. No puedo—susurró, con los ojitos llenos de lágrimas—me da mucho miedo—bajó de su silla, soltándose de nosotros y echando a correr fuera de la oficina.

— ¡Hija!—la llamó.

Me apoyé en la silla para ponerme de pie.

—Marian, ¿Qué está pasando?—se acercó a mí.

—Algo está ocurriendo con Magdalena, y no es nada bueno—miré a mi alrededor—Nadie puede escucharnos, ¿verdad?—caminó a la puerta para cerrarla.

—Cierra las ventanas—ordenó y yo me apresuré a obedecer.

—Ahora es seguro hablar. Pero debo preguntar antes, ¿Por qué tanto misterio?—tomé aire.

— ¿Recuerdas lo que me contaste sobre Julieta? ¿Lo que pasó hace unos años?—me recosté a su lado en el escritorio.

—Claro que lo recuerdo. Vivo con eso grabado a fuego en mi cabeza. Si no hubiese sido por Magdalena...—lo detuve antes de que siguiera.

—No Charles. Tengo una teoría y estoy casi segura de que ella no iba a salvarla—se cruzó de brazos.

— ¿Por qué no lo haría? Es familia, Marian—

Cielo, hay maldad hasta en las mejores familias como la tuya.

—Dos veces ha pasado y dos veces ha hecho de la vista gorda. Julieta va a cruzar la calle, viene una motocicleta o un auto y Magdalena no hace nada, por evitar que la atropellen—

— ¿Hace cuánto está pasando esto?—retorcí mis dedos.

—Hoy fue la última vez. Julieta lo hizo adrede para ver si era cierto lo que yo pensaba. Magdalena casi hasta se molestó porque el conductor se detuvo—apretó la mandíbula.

—Esa es una acusación muy grave. ¿Me estás diciendo que podría pasar que la tía de mi esposa, quiera hacerle daño a Julieta? Alguien de la misma familia—lo toqué en el brazo.

—Julieta tiene un secreto y no me lo quiere decir. Cada que le hablo de lo ocurrido ese día, se molesta enormemente. Y más si meto a Magdalena en ello—

— ¿Y si solo es un malentendido?—suspiré.

— ¿Un malentendido? ¿Qué no viste como acaba de ponerse Julieta? ¿No me crees?—levanté los brazos.

—Te creo. Pero no puedo despedirla así sin razones. No tenemos pruebas. Voy a hablar con ella, hazla venir, pero no puedo tomar medidas si no encuentro razones—asentí.

MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora