CAPITULO 31:

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—Marian—miré a mi lado, ante el susurro de Julieta.

— ¿Qué?—le hablé de la misma forma.

— ¿Qué pasa si en la cena nos sirven verduras? ¿Me las tengo que comer?—me dijo al oído.

Pilluela.

— ¿Si te digo que sí, dejarás de ser mi amiga?—negó.

—Haré tambien una treta de venganza contra ti—

— ¿Acaso la vas a hacer contra alguien más?—se tapó la boca— ¿Julieta?—negó.

—Contra nadie—al final la miré de forma tan penetrante que tuvo que confesar—contra la madrastra mala—

Era de suponerse.

—Cuidadito. Después nos echan la culpa a ambas. Y lo que menos necesito es un despido—mi jefe escuchó lo último.

—Créame. Habrían muchas personas dispuestas a contratar a una loca en su casa—lo miré.

—Pero a ninguna de ellas me recomendaría usted—negó.

—Y respondo a tu pregunta, Julieta. Van a servirnos verduras, y vas a comértelas—Roberto miró donde aparcar.

— ¿Si me las como que me das?—él le acarició los cabellos.

Tramposa. Tramposa e interesada.

—Las gracias—se rió.

—No. En serio. Sabes que odio las verduras. Si me las como deberías darme algo por el esfuerzo. Porque puedo comérmelas, pero luego no me culpes si las vomito encima de cierta mujer odiosa—como si Alicia supiera que se referían a ella, volteó del asiento del copiloto.

—Yo tengo oídos, mocosa—la señaló.

—Sí. Y sucios—le sacó la lengua—en serio papi. ¿Qué me das?—el negó.

—No te doy nada, Julieta. Porque es tu deber comerlas—ella gruñó.

—Malo. Voy a denunciarte con la cárcel de menores—apreté los labios para no reírme.

La inocencia.

—La cárcel de menores es donde encierran a niños que se portan mal, hija. Antes te encerrarían a ti allí, por desacato a tus padres—

—Entonces hablo con Marian y ella te castiga a ti—me reí.

Azotes para el Grinch.

—Creo que sería al revés, Julieta. Creo que te castigaría a ti. Y a mí contigo—puso los ojos en blanco.

— ¿Tambien te pones de su lado? No puedo creer que esté llena de traidores—nos detuvimos donde sería la fiesta.

La primera en bajarse fue Alicia, encantada de recibir los flashes de las cámaras.

Me acobardé.

Cuando Charles pensaba salir del auto, lo retuve del brazo. Me miró.

— ¿Qué pasa?—tragué saliva.

—Ahora que recuerdo...—Julieta tambien me miró—si Paulette es famosa por ser modelo, ¿eso no significaría que todos estos fotógrafos ya la conocen y notarían el engaño?—

— ¡¡Demonios!!—Julieta miró a su alrededor.

¿Cómo fue que no pensamos en esto antes?

— ¿Dónde? No los veo, papi. ¿Jace no los mató?—el suspiró.

— ¿Qué?—ella puso los ojos en blanco.

MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora