CAPÍTULO 37:

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1 mes después...

— ¿En serio vas a estar bien sin nosotros?—se pegó de mi vestido—porque solita y viejita podrías aburrirte—se movió en un solo piecito.

—Voy a estar bien. Lo prometo—señaló hacia el pasillo de la cocina.

—Por si necesitas algo, en las alacenas hay comida en puré. Sé qué tampoco tienes dientes—cuando intenté atraparla ella se escapó.

—Eres mala, Julieta. Ya no tengo nada. Ni siquiera uso bastón—me lanzó un besito— ¡Diviértete!—subió al auto con su papá.

Como cada fin de semana, ella y Charles se iban a la casa de los abuelos paternos o maternos. Dependiendo del humor del humor de mi jefe. Hoy iban a la hacienda de los señores Jiménez. Habían regresado ya de su viaje por Suiza y querían ver a su nieta adorada. Julieta estaba feliz. A sus abuelos los quería mucho y se entretenía en las visitas. Cuando iba a la casa de los padres de Susana, era haciendo sumos esfuerzos para qué no la llevaran. Fingía enfermedades, se pegaba de la puerta con las uñas para qué no la hicieran ir, o alegaba por toda la casa tratando de convencer a su padre. Nada servía. Ni qué la semana pasada qué fueron allá, ella se levantara en la madrugada antes de irse y pinchara las llantas con un destornillador. Su padre tenía otros autos y al parecer la pequeña malvada no pensó en ello.

Otro mes había sido arrancado del calendario de mi cuarto. Estábamos en julio. Mi pie ya estaba más qué recuperado y podía hacer lo que deseara. Julieta estaba en vacaciones de verano, hasta agosto.

Era una dulzura pero tenerla todos los días a toda hora, aquí junto a mí, a veces era un dolorcillo de cabeza.

Nos metíamos a piscina, jugábamos en el mirador y la casa al escondite, y comíamos helado viendo la tele en mi cuarto. Ahora qué Charles había instalado un programa en los televisores, para ver películas y series, nadie nos bajaba de esas camas, viendo los capítulos de nuestros personajes favoritos.

Con Rick, seguía saliendo a cenar o al cine. Nuestra relación se había estrechado ya a otros niveles de intimidad, y ayer luego de salir a caminar por el parque, me dio un beso en los labios. Al regreso, venía pegada de su brazo con nuestras manos entrelazadas. No éramos novios, pero las cosas habían cambiado. Me daba cuenta qué estaba comenzando a gustarme de a poco. Era dulce, atento conmigo, divertido, y tenía ahora los mismo gustos qué yo. Lo inicié en la lectura y no era capaz de parar. Se decantaba por el terror y el misterio.

Sentí una mano en mi hombro, y le sonreí a Carlotta. Tenía su bolso en mano, para tomar un taxi en un rato e ir a visitar a una amiga en Los Ángeles.

—Ya se fueron—asentí—Iba feliz, ¿verdad?—

—Encantada. Julieta ama a sus abuelos. Según ella, Agustín y Azucena, son maravillosos—entramos a la casa, volviendo a cerrar.

—Los conozco. Lo son. Él es muy amable. Su esposa es divertida, y una excelente chef. Le encanta la culinaria. A menudo le enseña a cocinar a Julieta. El jefe se encierra en la oficina con su padre, para mirar cuentas de la hacienda, o salen a cabalgar. Ambas, la pequeña y su abuela, se quedan para hacer galletas, tortas de manzana, o alimentar a los conejos—entramos a la cocina.

— ¿No tienen empleados?—ella negó, sentándose en la barra, mientras yo preparaba un té para las dos.

—Solo en la casa. Prefieren estar en soledad en la hacienda y solo con los jornaleros que se encargan de los animales—me apoyé en el mesón, mirándola.

— ¿Y Alicia?—

—No la quieren. La señora detesta las mujeres atenidas, qué no hacen nada, ni ayudan, ni socializan. Ella le tiene el asco a la finca, odia los mosquitos, el fango y solo se queda encerrada en su cuarto, viendo series. No sale con ellos a caminar o cabalgar, no es amable. Por eso Charles prefiere no llevarla—

MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora