CAPITULO 12:

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"Despedida. Lárguese"

Ya podía imaginarme esas palabras recitadas por mi jefe, en voz seca, por lo que acababa de hacer con la señora Gucci. Su cara parecía la de una muñeca de esas antiguas que guardaban en armarios igual de viejos, llenas de polvo, hasta que alguna niña las encontraba y las volvía a la vida. Si me ponía de malvada, se parecía a la muñeca Annabelle pero de cabello rubio.

Ella se tocó la cara con ambas manos, como si sintiera que se le estaba desvaneciendo la piel. Escupió bolas de polvo y telarañas, antes de mirarme con ira y tomar aire.

Aquí vamos.

— ¡¡CHAAAAAARLEEEES!!—

Era malo admitirlo, porque ya me había puesto del lado de Julieta, pero alguien le había ganado en gritos.

Miré las vidrieras, esperando verlas quebrarse en cualquier momento. Aunque eso hubiese sido preferible, a tener frente a mí al jefe.

— ¿Ahora qué?—se escuchó su voz amortiguada, como si estuviera un poco lejos de nosotras—Qué, en el nombre de los jefes ocupados, está pasando... ¿aquí?—se detuvo frente a la mujer y después retrocedió dos pasos— ¿Qué...? Wow, querida, ¿ese maquillaje es nuevo?—lo dijo con tanta seriedad, que yo sentí los imperiosos deseos de echarme a reír a las carcajadas.

—Sí. Dale las gracias a la tonta de tu sirvienta. Ensució mi vestido, ensució mi cara, por no decir que...—se detuvo, paladeando algo, y al instante se sacó un laaaargo pelo de la boca—aghh que ascooooo. ¡Arréglalo, Charles!—él puso los ojos en blanco, como si esto fuera el diario.

— ¿Qué quieres que haga?—lo miró como si estuviera demente.

—Hello. ¿Despedirla?—

Lo has arruinado, Marian.

— ¿Por qué habría de hacerlo? Es su primer día luego del periodo de prueba, además las políticas son claras. No sé qué pasó, no puedo dar por sentado que tuvo la culpa de algo que tú crees que la tuvo y echarla. Debo saber la historia completa, antes. Y se me hace, querida, que ella no tuvo la culpa por completo—

Era mi momento de intervenir.

—Señor Jiménez. Juro que no tuve nada que ver. Solo limpiaba. Y fue un accidente. Ella me asustó y sin querer encendí la sopladora y no el botón de apagado—la mujer apretó la mandíbula, intentando quitarse mugre del cabello.

¿Mi jefe? Trataba de esconder la risa en su mano. Por extraño que pareciera, le causaba más risa que ira, mi error.

—Un accidente. Rara vez ocurren accidentes entre los empleadores y sus trabajadores de pacotilla. Fue intencionado y precisamente por lo de hace unas horas, ¿verdad? Confiésalo—

¿Qué? Querida, si quisiera vengarme haría algo mucho peor que esto.

— ¿Qué de esta mañana?—miró de una a otra, más confundido que si se hubiese levantado de un momento a otro, en el país de las maravillas.

—Le pedí que tomara mi bolso y no lo quería hacer. Después se quedó cuchicheando con los otros empleados—

Mi jefe me observó, y después suspiró, mirando a su prometida.

—Escucha cielo, no voy a despedirla. No creo que la señorita Jenks te arrojara ese polvo a la cara con intención—ella empezó a protestar—señorita Jenks. Retírese por favor—casi eché a correr, lejos de esa mujer.

Hasta incluso no era un mal momento para un café.

—Pero mira como quedó mi cabello. No es justo, Charles—mientras bajaba las escaleras, limpiándome las manos en un paño húmedo que siempre cargaba con el uniforme, me la imaginé zapateando como una mocosa, mucho más infantil que Julieta, y poniendo cara de berrinche.

MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora