CAPITULO 3:

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Buscar, buscar, buscar.

Está visto que pulsar muchas veces la tecla Enter no sirve, si el internet donde estás es un asco.

Miré al techo haciendo todas las muecas posibles. El único sitio donde podía hacerlas sin que los demás me observaran como si yo fuese un alíen camuflado entre la raza humana. La última vez me pasó en el transporte público. Un niño comenzó a llorar, corriendo hacia su madre, y un anciano casi sufre un infarto, del susto.

Ni tenía que disfrazarme en halloween.

— ¡Caroooo!—la llamé desde la comodidad de mi cama.

— ¿Si?—su voz cantarina se escuchó del otro lado de la pared.

—El internet volvió a fallar—se asomó al cuarto, organizada para salir.

—Ah sí. Sobre eso... ya llamé al técnico. Vienen mañana—su boca estaba llena de ganchos para el cabello y se recogía con ellos algunos mechones—hasta entonces no hay internet—cerré mi portátil—si quieres puedes usar el mío. No necesita de la red para funcionar. ¿Qué buscabas en todo caso?—se acercó hasta la cama.

—Nada... importante—levantó la pantalla, entrando a la galería donde había metido los treinta archivos sobre mi nuevo trabajo de investigación.

El Grinch Jiménez.

—Así que está de vuelta la acosadora estrella—se rió.

—No lo acoso... Solo tengo curiosidad de con quien pasaré los próximos 365 días del año—siguió riendo.

Era muy, muy desconfiada.

—Te dejé la duda plantada. ¿A que si?—me señaló con un gancho, antes de ponerlo en su cabello negro azabache.

—Bien. Tienes razón. Lo hiciste—ella negó, frustrada.

Era tambien muy, muy curiosa.

—Pierdes el tiempo, creo que ya te diste cuenta. En internet no hay ni una sola fotografía de su esposa muerta. Tampoco saben el motivo por el que murió. Los periodistas están igual de frustrados que tú por no tenerla—levanté la vista de las fotografías y noticias que habían hallado de mi nuevo jefe, antes de que el internet fallara.

¿Eso explicaba porque ninguna asistenta duraba en la casa? ¿Las mataba tambien por meticonas?

—Algo me dice que acabas de anotarme en un trabajo donde mi jefe pudo haber matado a su esposa y por eso lo mantiene oculto. Imitación Barba azul—se sentó a mi lado.

—Lo dudo. De ser así, la policía lo habría investigado y estaría en prisión. Pero ni me planteo decirte que te estás metiendo demasiado en todo el rollo de esas series de mentes criminales. No sea que hayas aprendido como matar—me reí, volviendo a ver la pantalla.

Touché.

—No mato ni las calorías, ahora voy a matarte a ti—me froté los ojos.

Que dolor de cabeza.

—Estás cansada de ver esa pantalla. Deberías salir. ¿Segura que no deseas ir con mi bombón y conmigo por ahí? Podríamos pasarlo bien en la disco—miré el reloj.

— ¿A las diez treinta de la noche? No inventes—se calzó unos tacones.

El dormir me llamaba.

—Apenas empieza la diversión allá. Necesitas pasarla mejor, conocer personas, salir más a menudo—hice una mueca.

Ya conocía a la señora almohada y a los señores edredones. ¿Para qué más?

MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora