CAPITULO 41:

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Miré de la mesa, a mi bolso, mordiéndome una uña. Julieta, sentada, de pies cruzados encima de mi cama, me miró confundida.

—Si tanto te gusta, ¿Por qué no lo llevas? Te cabe allí—

—No es porque no quepa en el bolso, es porque...—negué—olvídalo—

—Sabes que puedes contarme cualquier cosa—imitó mi voz. Me reí.

Corazón mío.

—El libro me lo dio tu padre—me miró sorprendida.

— ¿En serio?—asentí, doblando una blusa y metiéndola con las demás cosas—wow, ¿y que te dijo? ¿Por qué te lo dio?—abrí la boca para responder—no. Espera un momento—bajó de la cama, echando a correr.

¿Qué mosca la había picado ya?

— ¿A dónde vas?—se detuvo en la puerta.

—Sé que vas a contarme una historia fantabulosa de papá y tú. Anny tambien quiere escucharla—

— ¿Una historia fantabulosa?—hablé en voz alta cuando se fue—pero si ya se la conté—

No pasaron ni dos minutos y ya estaba otra vez en el cuarto, abrazando a su muñeca, y sentándose frente a mi bolso.

—Cuéntanos—me reí.

— ¿Qué te cuento? Era solo eso. Tu padre me regaló ese libro por mi cumpleaños—abrió los ojos al tope.

— ¡¿Tu cumpleaños?!—Gritó— ¿Cuándo fue tú cumpleaños?—

—Ayer—entré al baño por unas cosas.

— ¿Y no me lo dijiste? ¡¿Y yo me comí tu pastel?!—se cubrió la boca y al instante la tuve de pie en la cama, echándome las manitos al cuello y abrazándome—perdóname—me tomó de las mejillas—no quería comerme tu pastel. Lo siento, lo siento—volvió a abrazarme.

Por eso era que la adoraba tanto.

—No pasa nada, está bien—la abracé contra mí, besándole la sien—con que solo estuvieras ahí conmigo, bastó—ella negó.

—No. No estuvo bien. Porque como pasa siempre, papá lo arruinó todo con sus cenas de negocios, hablando de dinero con Rickota—fruncí el ceño—Rick—explicó—Pero yo le digo Rickota—empezó a brincar en la cama—oyeeee. Como el queso. Rickota cara de marmota—me tapé la cara, riéndome con ella—lamento que papá la embarrara—

—No te preocupes. Me lo compensó—

Y mucho.

Dejó de brincar y se quedó mirándome, a la expectativa. Carraspeé, mirando al suelo.

—El libro—expliqué y se lo enseñé—es mi favorito—sonrió.

—Papá te quiere—se tiró a mis brazos—como yo. Deberías aceptar ser mi mami, tengo todo lo que una madre potencial podría querer en una hija—me reí—en serio. Soy linda, me dejo abrazar, casi no hago travesuras, obedezco—

—Uy sí. Las dos últimas las tienes por montones—dio otro salto, cayendo sentada en la cama—me lo pensaré—sonrió radiante.

¿Pensar qué? No tenía que pensar nada. Yo sería feliz si ella fuera mía.

— ¿Y ya pensaste tambien, si vas a llevar el libro?—

Lo tomé de la mesita y lo metí en el bolso, antes de cerrarlo. La puerta sonó dos veces. Aunque estaba abierta. Julieta y yo miramos hacia ella, donde estaba Geneva, de pie, y detrás... Rickota.

MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora