—Buenos días—levanté la vista del libro que leía, mientras desayunaba cereal con fruta, cuando Charles entró al salón.
—Buen día—corearon todos.
Yo, con la boca llena, no pude responder.
Julieta me miró, con su pan lleno de nutella en la mano. Esperando que dijera algo. Charles tambien me vio.
—Buen día, florecita—caminó de forma amanerada.
Lo golpeé en el estómago, desinflándolo. Se sentó al lado mío y frente a su hija.
—Me hieres, florecita malhumorada—puso la mano en su pecho.
Todos comenzaron a reír, mirando sus platos. Julieta tuvo que cubrirse con un pañuelo, porque de la risa, el vaso de leche que tomaba le salió por la nariz.
Desde que me pillaron en mi baile con Carolina, no hacían más que fastidiarme por mis movimientos de caderas. Charles más que todos. Era mejor que ni me lo encontrara en cualquier parte de la casa, porque se ponía a caminar como yo, o me señalaba el uniforme indicando que tenía una mancha. Cuando yo miraba, me daba en la barbilla.
Me agotaba la paciencia.
—Ojalá sea una herida de muerte. A ver si dejo de verte—levantó las cejas y todos corearon un: "Uuuuu".
—No es sino que digas y te despido. Así dejas de verme—los Uuuuu aumentaron.
—Seguiría viéndote en internet, con tu desquiciante presencia. Así que no me sirve—me levanté de la mesa.
—Te mueres por volver a ser la que eras conmigo. Admítelo—dejé los platos de mi desayuno, en el lavaplatos, y me acomodé la chaqueta.
Ya no parecía poner objeciones en que llevara a su hija en mi ropa normal.
— ¿Volver a ser señorita Jenks? Uy sí. Que bien que lo entiendas. Me muero de ganas—pasé por su lado para cepillarme los dientes y llevar a Julieta donde una amiga.
Se iría de paseo con sus amigas, Katie y Marcia. Los padres de Marcia la llevarían de campamento.
—Tienes una arruga en la camisa—le señalé, cuando miró, le hice la misma—las haces, las pagas—me alejé con una sonrisa.
Hoy tenía yo la ventaja.
Solo una semana había pasado desde que me vieron bailar. Caro ya venía con más confianza, y a veces socializaba con mi jefe o con Julieta. La pequeña quería bailar como ella y mi amiga de vez en cuando le daba algunos pasos.
Rick y yo ya éramos novios y en dos ocasiones salimos con Julieta al cine. El único que permanecía aburrido era Charles. Nunca deseó salir con nosotros y la verdad era mejor que no. Julieta de por sí, se ponía algo fastidiosa diciendo que no podía besarlo, que se quería sentar en medio de los dos y que ella era muy celosa y que yo me quedaría con su padre. Ya tenía suficiente con un chinche en el trasero, para que Charles lo amargara todo tambien.
Me cepillé los dientes, me recogí el cabello con una pinza, dejando unos mechones del flequillo a los lados, y me puse perfume.
Los padres de Marcia, eran diferentes a Miss Salope, la madre de Katie. Tenían muchísimo más dinero que mi jefe y que esa mujer, y tenían más humildad y amabilidad con todos. Ya había ido a su casa en una ocasión, para recoger a Julieta, y la señora María era muy amable y dulce. Ni le importaba mi posición social. Quería que algún día saliéramos a tomar un café. Le caí muy bien. Y Marcia era un angelito, justo como lo era ahora Julieta. Con la diferencia de que ella no hacía diabluras. Muy inteligente y leal. Julieta estaba en buenas manos durante el paseo.
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MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFE
Roman d'amourMarian es una mujer de 28 años que desesperada consigue empleo como asistente de servicio en la mansión Jiménez, donde su jefe es un hombre agrio y de mal temperamento agente de negocios que perdió la chispa de la alegría luego de que su esposa muri...