CAPÍTULO 24:

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—Marian—levantó la vista cuando yo entré y cerré detrás de mí— ¿Julieta te dijo que quería hablar contigo?—asentí y tomé asiento delante de su escritorio.

—Lo hizo. ¿Qué necesitas de mí?—dejó de ver los documentos por mirarme.

Por primera vez iba sin trajes y corbatas... Además de cuando lo vi semidesnudo y en pijama. Solo tenía unos jeans y un suéter gris encima de la camisa. Las mangas subidas a los codos.

— ¿Le compraste ya el vestido a mi hija?—

—Sí—

— ¿En la tienda de Alicia?—hice una mueca.

Sueña.

—No con la forma tan despectiva que nos trató. Ambas preferimos buscar otro lugar—frunció el ceño.

— ¿Despectiva? ¿Qué hizo Alicia?—alisé mi uniforme.

—Creo que eso no sea algo que deba decirte. No pienso hablar mal de ella delante de ti. No me corresponde—se recostó en su asiento, con una sonrisita divertida.

—No decías lo mismo cuando Julieta se ponía de revoltosa—puse mis manos en el escritorio.

Es diferente, cariño. ¿Cómo puedo comparar que disciplines a Julieta y a Alicia? La primera es tu hija. Sangre de tu sangre. La segunda es tu querida. La que si tu sangre fuera dinero ya te habría matado por tenerla.

—Ella es tu hija, debes corregirla. Además fuiste tú el que me dijo que cualquier problema con la nena, debía comentarlo—

—Bueno. Alicia es mi prometida. Dime todo sobre ella para corregirla—agaché la mirada.

Pegale mejor con el periódico a la perrita.

—Si no eres capaz de distinguir los errores que acostumbra cometer con los demás, entonces tampoco serviría decirlo yo—negó con la cabeza.

—Ese geniecito que te mandas. ¿No hay forma de apagarte de algún botón?—

—Con comida. Dame comida y me quedo callada—vi una sonrisa en su rostro.

—Creo que ni con comida—me señaló—ya. Dime que hizo Alicia—

— ¿Aparte de mostrarse prepotente, amenazar a Julieta de enviarla al África y echarnos de la tienda, aun sabiendo que podía ganar dinero si nos dejaba comprar allá? No mucho—le dio vueltas a un bolígrafo en su mano.

—Eso es mucho—sonreí.

—Ahora me entiendes. No soy quién para juzgarla, dado el geniecito que me mando—lo miré con cierto desafío en medio—pero estoy presintiendo que se aprovecha de los demás, solo por su posición y dinero—el suspiró.

—Hablaré con ella más tarde—

Que le pegues con el periódico.

—Sí. Lo haré en serio—mi mirada le dijo que no estaba muy segura de que él lo hiciera.

—Bueno—nos quedamos mirándonos por largo rato.

— ¿Y tú vestido?—

—Aún no está listo. Me lo entregan en tres semanas más o menos—

— ¿Pero si lo mandaste a coser?—puse mis ojos en blanco.

Señor impaciente.

—Que sí, Charles. Será parte de mi trabajo ir a esa reunión y cuidar de tu monstruito. Por tanto mandé a hacer el vestido—

—Buena chica—me reí sarcástica.

Hora de hacerle una bromita.

— ¿Ahora soy un perrito? ¿Qué es eso de buena chica?—dudó y yo me reí más—es broma—me puse de pie—bueno... si no me necesitas más... iré a seguir con mi labor—cuando iba a marcharme, volvió a detenerme.

MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora