CAPITULO 18:

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— ¡Un pescado!—grité—No. El monstruo del lago Ness—todos voltearon a verme, como si yo estuviese loca de remate— ¿Qué? Parece que los estuviera imitando—le di un sorbo a mi refresco.

Julieta negó, moviendo las manos y la cabeza, sin hacer ruidos. Se suponía que jugábamos adivina lo que imito. Eran las cuatro de la mañana y hacíamos la última ronda del juego, antes de ir a dormir. Comimos pastel. Le cantamos el cumpleaños feliz y jugamos varios juegos. Desde quitarle la cola al burro, hasta tingo, tingo tango*.

Ella estaba feliz.

No hacía más que reírse, y decir que era el mejor cumpleaños del mundo. Y sospechaba que era porque su papá estaba tambien en el. En cierto momento, llegué a verlos dialogar a solas, de forma calmada y al final ella abrazarlo. No podían estar enojados mucho tiempo, si después de la muerte de Susana, solo se tenían ellos dos.

En este momento, él estaba sentado en el suelo entre Roberto y Leann, con un gorrito de cumpleaños color rojo en la cabeza, y cada que se movía, el gorrito muy pequeño, se le deslizaba hacia adelante, haciéndolo quedar como un unicornio.

—Es un...—dudó Geneva— ¿te estás ahogando?—ella asintió, pero le indico que faltaba algo mas—te ahogas en... ¿una piscina?—negó.

Lo supe.

—En el lago Donner—volví a gritar y ella afirmó, caminando hacia mí—me toca—

Ocupé su lugar, dándoles la espalda a todos y pensando que era lo que iba a imitar. Cerré mis ojos por un rato. Y cuando los abrí, yo era la única en el salón.

Abrí los brazos.

— ¡Ey!—caminé a la salida, viéndolos huir—vuelvan. No voy a limpiar todo esto sola—nadie me respondió— ¡manada de tramposos!—apagué las luces y cerré el cuarto, pensando que más tarde, cuando ya hubiese dormido lo suficiente, subiría a limpiar. Bajé las escalas, pisando fuerte y quitándome el gorrito de la cabeza.

Me estaba dejando sin sangre en el cráneo, apretándolo.

Cuando casi llegaba al rellano para voltear por un pasillo, Julieta se me apareció de golpe.

— ¡Bu!—saltó.

Trastabillé con las escalas y si no me hubiese sujetado ya estaría extendida en el suelo.

—Te asusté, te asusté—se rió.

—Casi me tumbas, Julieta—me puse la mano en el pecho—eso no se hace. Cuando muera voy a venir a tirar de tus pies—intenté atraparla y ella salió corriendo, escapando de mi—chiquilla necia—terminé de bajar y vi a mi jefe venir hacia mí, con las manos en los bolsillos de su suéter.

¿Por qué tenía que quedarle tan malditamente bien?

El gorrito aun lo tenía en su cabeza.

—Son unos tramposos—lo señalé, caminando hacia mi cuarto. El me siguió.

— ¿Por qué?—

—Me dejaron todo el desastre del salón a mi sola—sonrió arrogante.

—Dijiste que te ayudáramos a planearlo. No a limpiarlo—lo miré, molesta.

El ni lo había organizado. Solo había comido pastel y había tirado los globos al suelo con golpecitos y después se había hecho el inocente, silbando y con uno de los globos tras la espalda, esperando el momento de pegarme en la cara con él.

—Es la verdad, fuiste tú la que dijo que yo no sabía nada y que eras más inteligente—bufé.

Eso sí lo recordaba pero otras cosas no.

MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora