Ladeé la cabeza, con la boca estirada hacia adelante y me deshice la moña nuevamente, soltando un gruñido.
No me cuadraba por más que lo intentaba. Hoy mi cabello estaba más rebelde que Julieta con las verduras del hospital, y el motivo era la ducha. Siempre luego de lavarlo y cepillarlo con secador, quedaba más esponjado que un gato angora. Arrojé la liga al suelo, con ira.
Charles debía estar por asomarse al cuarto en mi búsqueda. Julieta salía en unas horas del hospital, y la pequeña quería que yo la recogiera. Todo iba perfecto. La cirugía un éxito, su recuperación mucho más y desde anoche tenía el alta médica.
El día anterior fui yo la que se quedó con ella, cuidándola y esta mañana, nada más entrar Charles a la habitación del hospital, le conté la buena noticia. Julieta estaba lo suficientemente fuerte y sana para irse a casa, y no dejaba de mirarse las vendas en su estómago cerca de la cintura y sonreír, anunciando que era una herida de guerra. Aunque no sabía contra que o quien.
Mientras su padre me acompañaba para darme un baño en la casa y comer algo antes de regresar por Julieta, Helena, una enfermera que fue muy amiga de su madre, se quedaba cuidándola y consintiéndola.
—Acaba de dejar sin padre a una pareja de resortes para cabello. ¿No le da vergüenza?—miré hacia la puerta—que esté furiosa no es motivo para desquitarse con una goma—
De nuevo me trataba de usted y con formalidades.
—No es la goma lo que me enfurece. Es mi cabello—se rió.
—Créame. Hay cierta mujer que en este momento le envidiaría tener ese cabello—me miré en el espejo, retomando la cola de cabello que iba a hacerme, sin conseguir que quedaran todos los mechones parejos—o tener la misma inteligencia para saber cómo hizo esa bromita—solté de golpe mi cabello, mirándolo.
— ¿De qué está hablando?—se situó detrás de mí.
Lo traté con la misma formalidad.
—No te hagas. Sé que fuiste tú—se asomó por mi hombro— ¿me permites?—me reí.
Y nada más hacerlo, el cambiaba a tutearme, con tal de llevarme la contraria.
— ¿Tu peinarme a mí? ¿Acaso sabes hacerlo?—tomó el peine.
— ¿Quién crees que le enseñó a Julieta a hacerlo cuando Susana murió?—lo observé incrédula—solo siéntate—obedecí, pero hizo que me diera la vuelta, de espaldas al espejo—ya te verás después—parpadeé confusa.
¿Charles saber tambien de peinados?
—Volviendo a nuestra anterior conversación, sé que fuiste tú la que le hizo a Alicia lo que ahora no tiene en su cabeza—casi deseé echar la mía hacia atrás, sintiendo sus dedos acariciarme el cabello y el cráneo.
Que delicia.
— ¿Qué te hace pensar que fui yo?—susurré, con los ojos cerrados.
—Tu cara de satisfacción cada vez que se le cae la peluca, o no responde a lo que ella desea—solté una risita.
—Es difícil no poner cara de burla, cuando se ve tan graciosa. Admite que a ti tambien te lo parece—un gruñido casi risa fue su única respuesta.
—Si eso solo fuera el motivo por el que pienso que eres tú, no sería tan factible, pero tengo a una soplona a mi favor—quise mirarlo pero no pude, temiendo dañarle lo que fuera que estuviese haciendo con mi cabello—Carolina fue muy comunicativa cuando le pregunté—apreté la mandíbula.
Mi amiga y su bocota.
— ¿Ella te dijo que pretendía algo contra Alicia?—negó.
—Ella me dijo que le habías solicitado, días antes del incidente del cabello de Alicia, un spray para depilación. Que actúa muy rápido y puede remover cualquier cabello. El resto lo intuí yo—
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MÁS QUE TU ASISTENTE L1 DE LA SERIE: MI JEFE
RomanceMarian es una mujer de 28 años que desesperada consigue empleo como asistente de servicio en la mansión Jiménez, donde su jefe es un hombre agrio y de mal temperamento agente de negocios que perdió la chispa de la alegría luego de que su esposa muri...