Capítulo 89

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Cobarde, estúpido cobarde, estúpido, estúpido, estúpido y patético  cobarde.

Podía sentir el frío cochar contra mi piel, helandome las mejillas y entrandome hasta los huesos, definitivamente el invierno había llegado, la nieve se movía pesumbrosa con cada uno de mis pasos

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Podía sentir el frío cochar contra mi piel, helandome las mejillas y entrandome hasta los huesos, definitivamente el invierno había llegado, la nieve se movía pesumbrosa con cada uno de mis pasos.

¿Cuánto tiempo llevaba caminando solo en esa infinita y oscura noche?

-¿Tom, mamá estará bien?- no lo sé Harry, probablemente no...-.

Reconocía las calles, los edificios, los anuncios, los banquillos de autobus, me quedaba claro que estaba en Londres, sin embargo  no entendía  porque estaba siendo fuertemente guiado por mi ansiedad, por mi instinto, por ese fuego creciente en mi pecho.

Caminando  sin ninguna dirección, fue como encontré mi camino directo a ella, la vi de nuevo, tambaleante y juguetona al borde del puente, tambaleante y juguetona al borde de la muerte, se culumpiaba de un lado a otro sujetandose  de las cuerdas, dejando suspendido su cuerpo unos segundos hacía adelante, antes de volver a colocar sus pies sobre el filillo blanquecino, claramente le había perdido miedo a la muerte, incluso parecía que se había hecho su amiga e intentaba convencerla para que se la llevará.

-Espera- le susurre aún lejos de ella, paro en seco ante el eco de mi voz, aún dandome la espalda, había sido un error alertarla de mi presencia, estiro sus manos que eran cubiertas por un manojo de vendas desgastas y sucias, las coloco sobre los cables de acero, inclinando buena puerta de su cuerpo al vacío, deslizandose hasta soltar lentamente sus dedos, uno por uno, dispuesta a cumplir su cometido-.

Ahí estaba de nuevo, obligando a mis piernas a correr a toda velocidad hacía ella, obligando a mis pies entumecidos y humedos por la escarcha a trotar por la nieve, enredando mis brazos en su cintura, tirando de ambos hacía atrás, hasta caer sobre la fría alfombra blanca.

Ya he estado aquí antes... ¡la botella rota!

Sentí como los vidrios quebradizos de una botella rota sobre la cual caí se me incrustaban en la espalda, di un gemido adolorido, sentir el cristal clavado en mi piel era menos doloroso que la idea de ver morir a esa desconocida en el vacío, ella continuaba encima mío, esta vez no intento alejarse asustada, esta vez se mantuvo oculta en mi cuello, con sus manos en mi pecho, con el cabello cubriendole el rostro, era la primera vez  que me dejaba abrazarla, la ventizca soplo fuertemente, hubiese maldecido a la naturaleza por el frío golpe, de no ser que gracias al fuerte viento, se le había  recorrido el cabello, dejandome ver su rostro, el rostro de aquella chica que siempre huía de mí, antes de intentar saltar del puente, vi su rostro por primera vez en meses.

Maldición.

-Thomas- sus labios resecos y blanquesinos pronunciaron mi nombre, con un sonido tan suave, tan cálido, que me hizo estremecer, dejandome claro que no quería escuchar mi nombre nunca más, en los labios de nadie más, solo en los de ella-.
-Ángel- sonreí sintiendo mi alma en paz después de tanto tiempo, parecía irreal, como si tuviera miedo de que fuera una ilusión, levante mis manos hasta su rostro, acariciando con suavidad su mejilla, era calida, apesar del frío-.
-Tom, mi amor...- susurro al borde de las lagrimas con una débil sonrisa.-

Sí  bien su voz era mi melodía favorita.

Pegue su frente a la mía, mientras una sonrisa se formaba en mi rostro, con cada cercanía que teníamos, sí  esto es un sueño que nadie me despierte.

Nadie, nadie, nadie, solo soy un cobarde, cobarde, cobarde.

-Tom- la escuche llamarme en voz baja desde el pasillo, por instinto me hice ovillo, ocultandome aún más entre las sábanas, no quería verla, no quería que ella me viera así- Tommy...- un hilillo de luz se coló por la puerta, rápidamente tapado por su cuerpo, entro en silencio, podía escuchar sus pies descalzos en el suelo, sentí como la cama cedio ante el peso de su cuerpo, sentandose a mi lado- mi niño...- solo hizo falta sentir su mano sobre mi espalda para derribar todas mis barreras, comencé a llorar con fuerza, apretando las sábanas contra mi cara, mordiendolas, intentando calmarme, me tomo en brazos levantandome ligeramente, abrazandome con delicadeza-.
-Mamá...- chille sintiendo como mi piel se tensaba ante el tacto de sus dedos enredandose en mi cabello, había estado tanto tiempo a la defensiva que mi cuerpo reaccionaba listo para atacar al primer roce-.
-No voy a hacerte daño Thomas ¡por Dios soy tú madre!- me separo de ella, encendindo la luz de la mesita de noche, observando las heridas en mi cara y cuello con tristeza- Thomas- hablaba con dificultad, aguantando la respiración-.

Thomas...

-Prometeme algo, por favor- se limpió  con rapideza las lagrimas, calmandose así misma antes de hablar-.
-¿Qué cosa?- no quería prometerle nada, no quería embarcarme con algo que tal vez no podría cumplir, pero era mi madre y aparentemente mi promesa la consolaria-.
-Prometeme que cuidaras de tus hermanos pase lo que pase- soltó un sollozo ¿porqué se estaba despidiendo?¿Planeaba irse?-.
-No, cuidalos tú, cuidanos tú- a la defensiva, aterrado y sintiendo como la garganta se me cerraba-.
-Thomas, tienes que cuidarlos pase lo que pase, eres su guía, su camino, nadie los podrá cuidar mejor que tú mi cielo- pasaba presurosa sus suaves manos sobre mi rostro obligandome a verla- escucha...no me he sentido muy bien estos últimos meses- hablaba pausadamente, esperando que comprendiera  y no hiciera preguntas- tranquilo, el doctor ya esta enterado-.

Mamá te estabas muriendo incluso antes de que te asesinaran

-Te amo con todo mi corazón- no había entendido lo que había querido decir con sus palabras, simplemente, la abrace, mientras ella dejaba besos y parte de sus lágrimas en mi cabello- mi pequeño gran hombre, confió en que sabrás cuidar de tus hermanos, ellos están a salvo contigo-.

Harry esta muerto...

-Cuidala, cuidala mucho, porque esta en riesgo contigo- ¿Julián?-.

Ángel

-¿Vas a estar bien Tom?- yo estoy bien si tú lo estás, Sam-.

"-Señor Holland, lamento interrumpirlo, estamos desesperados, Sam esta cada vez peor , esta completamente  desequilibrado emocional y físicamente  ¿estaría deacuerdo en recluirlo en una institución mental?-."

-Hola Tom- mamá  me sonreía  desde la camilla, lucía cansada, delgada y débil, al igual que lucía contenta, entre sus brazos mesia un pequeño bulto envuelto en un cobertor amarillo con dibujos de ositos- acercate-.
-¿Cómo estás mamá?- se movió sobre la camilla dejandome un espacio, donde me senté, tenía el brazo completamente lleno de moretones-.

-Te presentó  a tú  hermano, Patrick- pude verlo, con las uñas diminutas y sin pelo, un manto de pecas pequeñas cubría parte de su cuerpo-¿Quieres cargarlo?-.
-¡Sí!- soltó una risa antes de ayudarme a cargalo, Patrick se removió ante mi tacto, era tan pequeño, tan frágil- Patrick es un nombre muy serio ¿Qué  tal si le decimos Paddy?-.
-Esta bien, digamosle Paddy- mamá me sonrió enternecida con la escena, acariciando ligeramente mi espalda- ¿Paddy será felíz?-.
-¡Oh te prometo que lo haré el niño más felíz del mundo!- ante mi comentario mi madre soltó una risa, Paddy se removió dandome una ligera sonrisa típica de un ángel-

"-Paddy se ha herido a sí mismo... un psicólogo ya lo atiende, Tom, esto no es tú culpa-."

-Tienes que protegerlos Thomas-lo intento mamá-.

Sí, jodidos, estamos jodidos todos.

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Gracias a todas por leer y comentar ❤ siempre son la motivación de cada capítulo.

¡Las quiero! ❤






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