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Las discusiones con José se hacían cada vez más recurrentes, le molestaba que desde su punto de vista lo había estado dejando de lado por pasar tiempo con Camila, y al igual se hacían más recurrentes las llamadas llorando a Camila.

José quería que pasáramos más tiempo juntos, por lo que decidimos hacer un viaje de fin de semana a una cabaña de su familia. Era un invierno muy crudo, el frío calaba en los huesos, los días eran cortos y las noches largas. Las aguas del lago de arareko estaban congeladas y la nieve apenas y dejaba caminar.

El paisaje blanco me llenaba de paz, el sol era hermoso pero aún así no lo suficiente para darle calidez a mi cuerpo

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El paisaje blanco me llenaba de paz, el sol era hermoso pero aún así no lo suficiente para darle calidez a mi cuerpo. Mientras miraba por la ventana me imaginaba lo que diría Camila al ver esto, ya que en la capital de chihuahua hacia mucho frío pero igual y era un poco difícil que nevara y menos de esta manera.

- ¿Qué piensas mi amor?- José se acerca a mi abrazándome por la espalda y recargando su barbilla en mi hombro, volteo hacia él y le doy un beso;Si le decía en lo que estaba pensando realmente se hubiera molestado y no quería arruinar nuestro día.

- Nada, esto es hermoso y no me había dado cuenta de lo mucho que lo he echado de menos; ¿hace cuánto no veníamos?.- pregunto desviando el tema aún sin soltarlo.

- Desde la preparatoria, mi amor.- 

Comenzamos a besarnos lentamente, hasta que nuestros besos se vuelven más hambrientos y desesperados.

- Te extrañaba mi amor- me dice separándose de mi un momento para después volver a besarme. desabrocho su chamarra y él hace lo mismo con la mía, podía sentir su erección contra mi cintura y eso hizo que me apresurara a desabrochar su pantalón liberándola. me separo de él para quitar mi propia ropa mientra él quitaba lo que quedaba de la suya. Me empotró contra la pared mientras me penetraba, llegamos juntos al casi al mismo tiempo, el siguió moviéndose dentro de mi. me llevo a la cama en sus brazos y seguimos haciendo el amor después de varios descansos, hasta que se quedó dormido.

Miré el reloj y apenas eran las once, de seguro Camila estaría despierta así que tomé la decisión de llamarla, timbró dos, tres veces hasta que contestó:

- ¡Hola, Shey!- no pude reprimir una sonrisa, y es que ni siquiera me dí cuenta en que momento fue que comencé a amar hablar con ella, así no fuera nada importante. y es que Camila era increíble, en un momento podía hablar de como escaparía de un apocalípsis zombie, al otro de la segunda guerra mundial o cualquier otra y al otro momento del racismo entre otros problemas sociales. - ¿Qué pasa Shey?

- te extraño Camila- Le digo en un susurro tan tierno pero no tan sorpresivo para mi.

- Yo a ti también Shey, no te haces una idea cuanto- quedamos en silencio por unos segundos para nada incómodos sino relajantes, lo único que se distinguía eran nuestras respiraciones, apacibles, tranquilas; y hasta sincronizadas.

- Hoy estaba pensando en ti,  en lo que encantaría estar aquí y ver la nieve- en lo que me encantaría que estuvieras aquí y verla contigo, pensé.- Recuerdo cuando me contaste de cuando niña ibas a visitar a tu abuela y viste ese árbol.

- fue la primera vez que vi la nieve, o al menos que fui consciente de lo hermosa que era y lo que me hacía sentir, se acercaba la navidad y era como si todo concordara; los sentimientos, las luces, la nieve, el sol, el cielo. Todo.

Sentí a mi lado moverse a José, estaba a punto de despertar y no quería que se molestara. Aunque tal vez estaba exagerando.

- Camila, tengo que colgar. ¿te parece si hablamos mañana?

- Claro a la hora que quieras.

- Te quiero Camila.

- Te quiero Sheyla.

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