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Buscaba a Camila por todos lados, pues cuando caí en cuenta de la situación y me dí cuenta de lo que acababa de pasar me di cuenta que ya no estaba sentada en su lugar, José a mi lado sonreía tanto como el gato de Cheschire en Alicia del país de las maravillas, aunque no me causaba el miedo que el gato si.

Estaba molesta porque se haya ido, y también lo estaba porque ella dijo que iba a intentar olvidarme, no esperaba que me felicitara o si, no lo sé. 

Me excusé para ir ir al baño donde le llamaba a su celular una y otra vez pero no respondía, por lo que intenté llamar ahora a su teléfono de casa, estaba comenzando a preocuparme y eso me hacia molestarme. Molestarme conmigo misma porque sabía que debía dejar de ser egoísta y dejarla de lastimar pero no quería que estuviera lejos de mi.

A la tarde siguiente me desperté de mal humor, discutí con José casi toda la noche porque sentí que todo era su culpa, y es que siempre es más fácil repartirla que aceptarla.

Me desquite con José con la excusa de como se portó con Camila antes de la propuesta y por como últimamente actuaba extraño, supongo se habrá dado cuenta de algo o notado tal vez la manera que Camila me miraba y es que era muy obvia. Tal vez yo lo era, pero no quería saberlo o aceptarlo.Harta ya de pensar y en una de tantas mala decisiones y dejándome llevar por la frustración, me arreglé rápidamente y me dirigí a su casa para hablar con ella, la muy idiota no estaba y eso hizo que me molestara más. Entré de nuevo a mi coche y ahora fui a casa de Eduardo, si no estaba con él, al menos sabría donde estaba.

Me estacioné y toque el timbre, cuando abrió me salté el saludo y sin dejar que él lo hiciera le pregunté rápidamente por ella.

Después de que Eduardo solo me miraba debatiendo entre si decirme dónde estaba o no y notando mi impaciencia al fin me lo dijo. Ahora quería golpearla siempre hacía lo mismo, siempre huía, o hacía algo diferente a lo que esperaba.

Eduardo me dijo que estaba en León Guanajuato, que le había dicho que era el momento perfecto para ir a ver a su mamá. Mentía, o tal vez yo me daba una importancia para ella que no tenia, o tal vez yo quería ser así de importante para ella.

Al fin convencí a Eduardo de que llamara a Camila para poder hablar con ella, ya que a mi no me contestaba. Quería al menos saber que si estaba bien-

— ¡Tengo un problema! Sheyla esta en mi casa y esta algo enojada, yo le- le arrebaté el teléfono y lo acerqué a mi oído, no sin antes dedicarle una mirada fulminante, o al menos eso era lo que quería creer.

— ¡¿Cuál es tu maldito problema?! ¡¿por que te vas como si nada?!...- sabia que le estaba gritando pero no podía contenerme

¡Ya vas a dejar de gritar! ¡No puedo escucharte así!.

— ¡Siempre huyes! ¡Estoy harta de ti! ¡se supone que te tenías que quedar y felicitarme! - ¡ay no! que idiotez había dicho

¡¿Que?! ¡¿Felicitarte? ¡Eres una idiota! ¡¿Por qué crees que me vine?! ¡Te vas a casar con alguien que no soy yo, delante de mi aceptaste! ¡Te dije que te amaba no se cuantas veces! Te amo Sheyla, con toda el alma, y no me voy a quedar a verte. Necesito tiempo.- 

Me quedé ahí parada, definitivamente no podía seguir haciendo daño a Camila, debía dejar de ser egoísta y ser clara ya. Conmigo misma, más que nada y apegarme a mi decisión y afrontar las consecuencias de lo que esto iba a traer, en este caso una boda con el supuesto amor de mi vida. 

la iba a dejar ir porque no podía estar con ella, porque ella no merecía a alguien que no enfrentara a sus sentimientos, que tuviera tantas confusiones, que buscara excusas que no luchara por ella.

Eligeme A MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora