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Me quebré un millón de veces la cabeza, Dí vueltas a mi cama la misma cantidad, Nadaba de orilla a orilla de la alberca del hotel esperando que una respuesta me llegara del cielo.

Alargué más los días que me quedaría en el lugar que me encontraba, probablemente se pregunten ¿De qué privilegios goza?  se oirá muy mal, pero era tan buena que no se podían dar el lujo de perderme, odiosa lo sé.

Todo hasta una mañana, por alguna razón desperté como si hubiera perdido algo que pesaba dentro de mi. Me asomé por la ventana de mi habitación  pude mirar los hermosos tonos naranjas del cielo al final del inmenso mar azul, que era una inmensa delicia para mis ojos y los ojos de cualquiera. 

Me vestí con un short de mezclilla, una blusa de tirantes y unas sandalias y me dirigí a la playa, Me imaginé sintiendo la misma felicidad que sentía en este momento por el resto de mis días, me imaginé sonriendo a su lado, tomando su mano, verla mirándome con la misma dulzura con la que me mira siempre, sintiendo sus labios por toda mi piel como lo hice aquella vez. Sentir un escalofrío y con él llego la fuerza y la respuesta que anhelaba, lo que me hizo sonreír.

Mañana volvería y hablaría con ella, le haría saber lo que la amo, También hablaría con José, pero todo eso sería mañana,  disfrutaría de este día y compraría el boleto de regreso a casa para mañana.

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Regresé a casa dando solo aviso a Cristina para comentarle que estaba lista para mañana volver al trabajo.

Al llegar no estaba José ya que a esta hora todavía estaba trabajando. Me sentía completamente nerviosa y ansiosa, estaba sentada frente a la televisión mordiendo mis uñas y golpeando repetidamente con mi pie en el piso, pero no había marcha atrás, mi decisión estaba tomada y ahora tenía el valor que tanto me había hecho falta.

Me cansé de ver la televisión y puse algo de música para ponerme a limpiar,  aunque sinceramente ni siquiera estaba tirado, aunque si había un poco de polvo en algunos muebles. Escuché como se estacionó el coche de José y sentí instantáneamente como los nervios que poco a poco fui perdiendo regresaron a mi. José entró y rápidamente corrió a abrazarme, cuando me iba a dar un beso en los labios me corrí haciendo que lo dejara en mi mejilla.

- José, necesitamos hablar- hubiera burlado por lo cliché de la situación si no estuviera a punto de romper el corazón de alguien.

- ¿Ahora qué necesitas Sheyla? ¿Irte a un retiro en la india?- Tal vez me equivocaba, olvidaba lo muy idiota que se comportaba últimamente.

En momentos en los que se portaba así era odioso, pero sinceramente creo que yo tenía la culpa, desde un principio no debí continuar con nuestra relación ni mucho menos con la boda. Fue un terrible erro y solo le iba a hacer daño, aunque en retrospectiva no tanto como el que le hice a Camila con mis ida y venidas, o tal vez solo estaba tratando de calmar mi conciencia.

- Tenemos que terminar, José- ahí está, lo dije,

José se suelta riendo y solo provoca que lo mire confundida.

- Que buena broma, Sheyla. Ese humor no te lo conocía- dios mio , no lo hagas difícil José- !¡¿Estás loca?! ¡¿cuál es tu problema?!.

- Calmate José- le pido

-¡No me voy a calmar Sheyla! ¿Hay alguien más, verdad?- agacho mi cabeza como una cobarde sin el valor de aceptarlo- ¿Es camila, verdad?.

Levanto rápidamente mi mirada, aunque no le respondo en ese momento lo que lo hace enojar todavía más.

- ¡Responde Sheyla, maldita sea! ¿Sabes qué? no lo hagas igual ya lo sé.

- ¿Cómo lo sabes?-

- Vete a la mierda Sheyla, ¿Eso es lo único que se te ocurre decir?.

- si, perdón.

José sale de la casa azotando la puerta y haciendo rechinar las llantas de su coche y yo me quedé en medio de la sala tratando de procesar lo ocurrido, me di cuenta del temblor en mi cuerpo por lo que acababa de suceder.

Todavía me faltaba hablar con Camila, con ella hablaría mañana.



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