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La mañana después del juicio de Camila era hermoso, recuerdo haber despertado temprano por la mañana y ver un hermoso cielo con tonos naranjas y el sol apenas poniéndose. La calidez del sol posando sobre mi piel desnuda era incomparable.

Entre a ducharme antes de ir a mi trabajo, no vería a Camila hasta dentro de tres semanas, fue declarada inocente en el juicio pero castigada por llamarlo de alguna manera, a tres semanas sin goce de sueldo de la procuraduría.

Cuando su juicio terminó me agradeció y se fue, literalmente me dejó ahí y se fue. pensé que saldríamos a festejar ella y yo o al menos hablar de ese triunfo  pero no. Y si que fue a festejar, fue a festejar con su mejor amigo Eduardo. Al principio me sorprendió y admitiré que me dio un poco de coraje que me haya dejado fuera del festejo pero después de pensarlo me di cuenta que tenía razón en hacerlo, es decir días atrás la odiaba; es solo que pensé que habíamos entablado el inicio de una amistad en el tiempo que trabajamos en su caso.

Encontré mis llaves y justo en el momento que abrí a puerta para salir Camila se disponía a tocar mi puerta me dedicó una sonrisa y levantó una botella de vino al aire mientras en la otra sostenía una pizza, lo cual me hizo sonreír a mi también.

- ¿Qué haces aquí, Camila?- me encontraba sorpresivamente emocionada, lo cual seguramente se notó en el tono de mi voz.

- Sheyla, mi querida y estimada Sheyla, te debo mi libertad ¿no creías que no te iba a agradecer o si? - su tono de voz era burlón y algo cínico, como después me daría cuenta que ella misma lo es.

me encontraba emocionada hasta que caí en cuenta que tenía que ir a trabajar y se lo hice saber.

- ¿Con quién crees que hablas, Sheyla? sabía que trabajabas pero hablé con el jefe y después de recordarle unos cuantos favores que me debe y lo mucho que te luciste en mi juicio y pedirle que te de el día libre, aceptó mi petición y eme aquí. ¿puedo pasar?- finalizó tomando un largo respiro.

Me hice a un lado para que entrara y le dije donde podía sentarse mientras yo me dirigía a la cocina por unas copas y servilletas. Cuando regresé a la sala Camila estaba sentada en el suelo y la pizza sobre la mesa otomana, no me quedó otra que sentarme enfrente de ella también en el suelo, a pesar de que lo odiaba.

Nos serví el vino y comenzamos a devorar la pizza, que cabe decir que estaba deliciosa, probablemente la más rica que probé en mi vida.

- Debo confesar que me sorprendiste completamente Camila, no me lo esperaba, no después de que me hayas dejado en el juzgado ayer- le digo con un completo reproche, y es que pasamos días trabajando juntas en lo que pasaría en el juicio y me dejó para irse con Eduardo.

- Te agradecí, e iba a invitarte pero pensé que no te gustaría ir a un club de strippers- espera, espera ¿Qué? acaba de decir...

-Erendida y él pelean muy seguido pero se aman, igual él es medio raro pero es hombre y los hombres no hablan igual, yo fui porque eh de admitir que las chicas del club ese son muy atractivas, cuando era más joven mi sueño era ser stripper de jaula en nueva york, aunque está muy lejos y me gusta aquí  y ese en un gran problema, volviendo al tema me hubiera gustado invitarte pero no te hubiera gustado y tal vez te hubieras puesto algo incomoda, una chica me bailó y yo estaba incomoda y me gustó también aunque el cuerpo tiene necesidades y más en ese tipo de situaciones. En fin, cuando terminamos fui con una amiga y cuando terminamos ella y yo pensé que debía agradecerte y aquí estoy.

- ¿Eres lesbiana?- no se cómo se me ocurrió preguntar esa estupidez tan obvia, pero al momento me arrepentí, pues creí que le molestaría.

- Pues si, aveces... siempre... la mayoría del tiempo. ¿Te molesta?- me pregunta nerviosa

¿Me molestaba? no, sentía algo pero no era molestia, y así se lo hice saber.

- perfecto, porque me caes muy bien Sheyla y no quisiera que dejaramos de hablar o que las cosas se pusieran incomodas.

- No me molesta y no te preocupes, todo bien.

Seguimos hablando por un buen rato ese día, ese fue el epitome de nuestra amistad; tomar vino, comer pizza y pasar tiempo juntas se convirtió en un hábito y una costumbre, que sinceramente disfrutaba.

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