Camila y yo pasamos los días ignorando el beso, haciendo como si no hubiera pasado nada y lo agradecía, aunque la parte egoísta dentro de mi me decía que tal vez me estaba superando y esa misma parte quería tenerla queriéndome como lo hacia.
Ese día iba saliendo de mi trabajo para irme a mi casa como de costumbre, Camila estaba parada esperando no se qué yo me acerqué a ella sin hacer ruido, no para asustarla ni nada parecido ya que yo sabía cuanto odiaba ella eso, simplemente me quería despedir de ella. De pronto veo como Camila gira su mochila para colgársela del hombro y cuando menos pienso y sin reaccionar ya me había llevado un golpe en el ojo con algo muy duro la verdad.
Rápidamente toqué mi ojo para descartar que sangrara, no lo hacia pero no lo podía abrir y dolía demasiado, llevé mi mano a mi ojo para sobarlo y así bajar un poco el dolor.
— ¡Perdón Sheyla, te juro que no te vi!— Camila apartó la mano con la que yo sobaba mi ojo para revisar, podía notar su cara de preocupación que era tan tierna, me daban ganas de darle besitos por toda su carita.
— Estoy bien, no te preocupes— Le contesto y volteo a ver su mochila, traía un termo metálico y estoy muy segura que fue lo que me pico el ojo, por decirlo de alguna manera.
— ¿puedes ver? —
— ¡Ni siquiera puedo abrirlo, Camila!— ok, no necesitaba gritarle, fue un accidente.
Camila se acerca a mi y me toma de la cintura para guiarme, aunque seguro no sabia a donde hacerlo.
— ¿Traes tu carro?—
— no, me iba a ir en uber — a este punto estoy muy segura que ya se preguntaba para qué tenía carro.
— Deja que te lleve, por favor — dudaba si sería lo mejor, siempre pasaba algo y dudaba últimamente de mi propio auto-control.
— Sheyla, no va a pasar nada, no me mires con esa cara de casi histérica — no es por ti, Camila, créeme
— Disculpa si dudo un poco- y dudaba repito, pero no de ella.
— Como quieras — En todo ese tiempo tenía s mano en mi cadera y cuando me soltó para irse extrañé su tacto y la hice volver.
— ¡espera! —
Llegamos al estacionamiento y me ayuda a tomar asiento en su auto, puede que esté exagerando un poco al ayudarme y yo al dejar que me ayude de esa manera pero no podía evitarlo. Me ayuda a abrochar mi cinturón y su cercanía al atravesarse me hizo suspirar.
En todo el camino a mi casa fuimos en completo silencio, sin hablar sin música y yo con mi cabeza recargada en la ventana, solo que está vez el silencio no me era incomodo, y al parecer a ella tampoco.
Estacionó el coche enfrente de mi casa y de la nada comenzó a tocar el claxon del auto.
— ¡¿ Qué te pasa, estas loca?!— ¡por dios! A veces me preguntaba si pensaba las cosas antes de hacerlas; otras, viendo en retrospectiva lo agradecía.
— ¡Calmate Sheyla, no grites!— Lo que me faltaba, me mira como si yo fuera la loca.
— ¿Por qué tocas la bocina?—
— Para que salga José y te ayude a entrar— mentalmente me golpeaba la cara una y otra vez, no entiendo, en verdad no la entiendo.
— José no está, salió de viaje. Así que me vas a tener que ayudar tú—
— ¿No puedes sola?—
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Eligeme A Mi
Romance¿Qué tan valiente se necesita ser para luchar por lo que amas o por quien amas? ¿Qué tanto depende tu felicidad de ti misma?. Imaginas un futuro con la persona que amas pero ella no hace más que apartarte. -TERMINADA-