Capítulo 8: Kamui

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Sinopsis: Si nadie da el primer paso, ¿cómo esperamos cambiar el mundo?

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Desembarcan cerca de la costa en mitad de la noche, no se quedan a ver partir el barco puesto que es demasiado peligroso esperar al amanecer, así que avanzan de prisa, cuidando de no dejar un rastro visible. La zona es extremadamente boscosa lo que les confiere al menos un poco de protección en caso de que haya vigías cerca. El aire de la costa es tibio y salado, pero conforme se alejan de ella el aroma se transforma en una combinación de hojarasca y corteza. De noche los sonidos de sus pisadas parecen reverberar en todas direcciones. El corazón de Izuku no deja de latir desenfrenado mientras se alejan a toda prisa de la playa.

La luna llena ilumina el cielo con una tonalidad plateada, el ulular de los búhos rompe el silencio repentinamente y de vez en cuando alcanzan a distinguir a los pequeños roedores nocturnos que corren a esconderse cuando ellos pasan cerca. Caminan durante toda la noche, sin detenerse y cuando sale el sol, Izuku lo utiliza para ubicar su posición en el mapa improvisado. Descansan durante un par de horas lo justo para desentumir las piernas y para tomar una siesta rápida. Inmediatamente después reanudan su marcha.

Caminan durante días deteniéndose solo para descansar y comer. Aprovechan que hay luna llena para seguir durante la noche y solo duermen por turnos, envueltos en mantas, uno junto al otro. Izuku sigue el ritmo de su compañero sin quejarse, acostumbrado al trabajo duro y al crudo clima nocturno. Acepta sus turnos de vigía sin protestar y no permite que el otro le ofrezca un trato preferencial. Come su ración fría sin decir nada y cada día se concentra en la actividad que tiene por delante: Caminar, comer, vigilar. Por las noches, cuando le toca vigilar, se enfoca en mirar a las sombras, pendiente de cada ruido, de cada susurro. Cuando duerme sueña con Katsuki, pero no son los sueños que ha tenido durante los últimos años, no son los recuerdos de su infancia, no son secuencias brillantes y cristalinas. Sus pesadillas son cadenas de imágenes imprecisas, llenas de agua y muerte, en ellas siempre ve a Katsuki encerrado en una jaula hundiéndose en el mar.

Cuando despierta la sensación de abandono es intensa, casi asfixiante, pero la controla lo mejor que puede porque no le gusta ver la cara de pena del alfa que lo acompaña. Cada día se promete no rendirse y cada día intenta cumplirlo.

Se guían con el sol para localizar el río que se supone deben seguir. Lo encuentran al quinto día de viaje y lo siguen corriente arriba, procuran no alejarse demasiado de él pero se mantienen bajo la protección que los árboles brindan. Conforme avanzan el terreno pierde su verdor, el suave pasto da lugar a un terreno más sólido y accidentado, y los frondosos árboles empiezan a distanciarse uno del otro. No les cuesta trabajo llegar hasta la cascada. Mide cerca de diez metros y el muro de roca se extiende a los costados hasta donde la vista alcanza.

El bramido del agua al caer hace eco en las rocas y la delicada espuma blanca que se forma en la base impide ver el fondo del estanque. Ahí no encuentran señales de los suyos, no hay rastros de que nadie hubiera visitado el lugar recientemente. Solo les queda dejar un mensaje y esperar.

Reúnen un montón de rocas planas que colocan en la base del pino más alto. Las rocas en sí no dicen nada, pero llamaran la atención de aquel que sabe lo que tiene que buscar. Cuando terminan se alejan siguiendo el muro hasta que encuentran una hondonada para pasar la noche. Encienden fuego al atardecer, confiando en que el humo pasara desapercibido mientras el cielo se tiñe de grises y blancos. En la noche se turnan para vigilar disfrutando de su primera cena caliente en días.

A lo lejos se oye el rugido de la cascada, pero además del inconfundible sonido de los insectos no parece haber una sola alma en kilómetros a la redonda. En cuanto amanece vuelven sobre sus pasos pero la señal sigue igual y no hay huellas recientes. El proceso se repite durante dos días completos, hacen varios viajes a la cascada y en cada ocasión no se muestran cambios, hasta que en la tarde del tercer día encuentran que las rocas han sido desplazadas a su posición original. En cuanto las ve, Shouto empuña su cuchillo e Izuku se gira para vigilar la retaguardia.

Bouquet de Flores [BKDK & KRKM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora