Capítulo 56: Sobre el Afecto

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Sinopsis: Porque la bondad que recibimos es la misma que ofrecemos.

[...]

La intención de Katsuki de sacar al cachorro junto al resto ese mismo día se topó con dos muros solidos: El primero, que los alfa le rehuían y los omega se entristecían tan solo de tenerlo cerca lo que les impedía concentrarse en mantener su aroma estable mientras viajaban por los túneles, sin mencionar que casi todos se encontraban en tan malas condiciones que apenas si podían cuidar de sí menos aún de un recién nacido. El segundo problema fue que su aroma era tan intenso que las bestias se arremolinaban junto a él como abejas a la miel –una ironía nada divertida–; había bastado que lo bajaran al piso inferior para que los animales empezaran a acercarse. Su presencia había provocado que el cachorro empezara a llorar a viva voz haciendo que todo el mundo entrara en pánico.

Denki había tenido que alejarse de los túneles hasta un rincón privado para calmar a la criatura pues ninguno de ellos quería que el sonido atrajera otras atenciones indeseadas.

—No puede quedarse —le dijo Katsuki tras despedir al grupo de prisioneros.

—En unas semanas el aroma se atenuará —respondió Denki frotando con suavidad la pequeña espalda mientras los gimoteos enfadados quedaban ahogados en su cuello—, lo sacaremos entonces. Lo que me preocupa ahora es cómo vamos a darle de comer.

—He preguntado y una omega, llamada Eli, se ha ofrecido para alimentarlo. Aún tiene leche de su último parto.

—¿Quiere cuidarlo?

—Solo alimentarlo ha dicho, no quiere... dice que no está lista.

No añadió más y Denki lo entendió.

—¿Su alfa se queda?

—No —respondió Katsuki y por su expresión Denki entendió que el mencionado era uno de los problemáticos.

Así fue como Denki, Eli y el cachorro se instalaron en una cúpula vacía. Eli estaba tan flaca y demacrada como el resto, con la misma expresión de espanto que todos los demás; era obvio que necesitaba descansar, subir de peso y recuperar un poco de autonomía, por lo que Denki se negó a exigirle nada. En cambio la dejo dormir y comer a su gusto mientras él enfocaba toda su energía en atender al cachorro de pulmones excepcionales que solo podía dormir cuando lo paseaban en brazos, específicamente cuando Denki lo llevaba de un lado a otro tarareando en voz baja.

Y es que el cachorro poseía un olfato extraordinario, un hecho común entre todos los suyos, que le permitía detectar el mínimo cambio en los aromas que lo rodeaban. Le resultaba imposible identificar emociones complejas o mensajes privados, el suyo era un instinto tan básico que solo podía reconocer el miedo y la ira. Había identificado el aroma de aquellos que habían estado con él desde el principio y no dudaba en expresar su descontento cuando algún aroma desconocido se acercaba, razón por la cual se había negado a comer directamente del pecho de la omega que se había ofrecido a alimentarlo.

Eli se había visto obligada a extraer la leche de sus pechos en un cuenco para que lo alimentaran con un biberón improvisado –hecho con un odre y una boquilla– pues el pequeño prefería fijar sus ojos negros en Denki mientras comía. Tenía unos ojos impresionantes, negros como la obsidiana, tan oscuros que era inevitable pensar si se quedarían así al transcurrir los meses o cambiarían de color como solían ocurrir con los pequeños.

Su cara regordeta también era preciosa, con una nariz de botón y una boca dulcísima. Con excepción de su llanto exagerado cuando se ponía de mal humor, el cachorro resultó ser sorprendentemente tranquilo. Le gustaba mirar fijamente a Denki, parpadear con él y aferrarle los dedos con una fuerza sobrenatural.

Bouquet de Flores [BKDK & KRKM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora