Capítulo 20: Noche de Luna Llena

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Sinopsis: Resulta difícil de ignorar. La sensación de vértigo, los calambres, la ansiedad. Cada músculo se contrae, pulsa con vida propia. La energía que vibra dentro de mí, esperando, anhelando el momento en que pueda salir y me hunda en el calor y la necesidad.

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Izuku corre y la bestia lo sigue de cerca, sin atacar. El pánico del primer encuentro remite y al hacerlo le permite darse cuenta de lo inusual de la situación. No tarda en comprender que la bestia lo está dirigiendo en lugar de perseguirlo. Para probar su teoría cambia bruscamente la dirección que sigue y de inmediato la bestia salta sobre él para obstruirle el camino. Izuku resbala cuando frena de golpe.

De cerca el animal es aún más aterrador, carece de pelo en la cabeza, lo que deja a la vista un cráneo duro con ojos de un rojo opaco, casi marrón. De su hocico sobresalen hileras de afilados dientes que rezuman baba transparente. Y su pelo, de un color amarillo seco, es largo y apelmazado, de él emana un inconfundible aroma rancio.

Izuku está seguro de que nunca ha visto ni oído nada de semejante animal.

El animal gruñe –arrancándolo de su contemplación– baja la cabeza y da señales de querer avanzar.

Izuku exhala con lentitud y se arriesga. Con pasmosa lentitud estira su pie a la derecha, y de inmediato el animal emite un violeto gruñido en el que muestra sus dos hileras de dientes filosos. Izuku retira su pie. Después repite la acción hacia la izquierda y el animal se queda quieto, esperando. Izuku recoge su pie y vuelve a intentarlo con los mismos resultados.

Bueno... me está guiando, ¿pero a dónde?

Moviéndose con extremada cautela, Izuku intenta retroceder. Consigue dar tres pasos antes de que el animal emita un gruñido amenazador, tan alarmante que Izuku se paraliza en su lugar.

Bien, no puedo huir. Podría seguirlo... ¿y luego qué?... Aún me queda suficiente carne, tal vez pueda distraerlo con ella. No aquí, la zona no tiene lugares para esconderse... Muy bien, Izuku, síguelo, y en cuanto tengas oportunidad escapas.

Izuku asiente para si mismo, se traga el resto de sus murmullos y avanza hacia la izquierda. Camina con lentitud, pendiente de sus alrededores, esperando encontrar alguna zona que le permita eludir a su perseguidor; pero su plan se esfuma de su mente al detectar el inconfundible aroma de un grupo omega.

¿Qué...?

Se mueve sin titubear. Ese no es el aroma de un incienso, no es una esencia prefabricada, ese es el aroma natural de un omega vivo.

El aroma se intensifica conforme avanza. Al final consigue llegar a una hondonada en medio de las montañas. El único camino por el que puede accederse es escarpado y la bestia que lo persigue viene detrás. Cuando Izuku empieza a descender por la ladera de la hondonada descubre un montón de huecos en las paredes laterales. La mayoría de ellos cuentan con una bestia apaciblemente sentada descansando.

Izuku se detiene ante la visión, allá donde mire hay dientes del tamaño de dedos y garras que se afilan contra las rocas. En la base de la hondonada hay un estanque en el que un puñado de jóvenes omega pescan mientras otro grupo cuida del campo de hortalizas bajo un techo de madera mal improvisado.

Izuku no sabe que es más sorprendente, si el hecho que ninguno de ellos parece intimidado por las bestias que los rodean o que parecen relativamente a salvo.

La bestia detrás de él ruge e Izuku se sobresalta; cuando regresa su atención al estanque todos lo miran.

Es como si de pronto todos hubieran contenido la respiración, el silencio es tal que Izuku teme haberse quedado sordo, de pronto el omega que se encuentra más cerca de él le hace señas frenéticas para que baje. Izuku obedece, a falta de opciones. Baja, o más bien se desliza, por la pendiente rocosa y cuando finalmente llega hasta el fondo los muchachos lo arrastran hasta la sección más alejada del campo de hortalizas.

Bouquet de Flores [BKDK & KRKM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora