INTERLUDIO: Guerra

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Sinopsis: Y el mar se tiño de rojo y las familias lloraron; la venganza es amarga y densa como la sangre que derrama.

You and I, we all bleed red,

We all taste rain, all fall down, lose our way

We all say words we regret,

We all cry tears, we all bleed red

Ronnie Dunn – "Bleed Red"

.

Era indudable que el verano estaba sobre ellos.

El sol se había convertido en una mancha brillante que atravesaba el cielo con una lentitud asfixiante. A mediodía, cuando el radiante astro estaba en lo alto, todos corrían a buscar refugio bajo la sombra de las velas. La mayoría evitaba los camarotes donde el aire caliente combinado con el movimiento de las olas generaba nauseas en los estómagos más sensibles.

Era imposible mirar el horizonte con fijeza, los rayos del sol lo convertían en una pantalla borrosa y deslumbrante que hacía lagrimear los ojos, así que los centinelas se sentaban en la cofa bajo un techo improvisado de tela blanca matando el tiempo con las cartas.

El ambiente en los navíos había perdido el aire de novedad y emoción de los primeros días. Muchos de los soldados, que nunca habían estado en un barco, habían terminado por aburrirse del exterior brillante y monótono. Algunos habían empezado a odiar la sensación de vaivén y la comida sin chiste. Y otros suplicaban en voz alta por el final de su viaje.

Todos estaban hartos de las tormentas impredecibles, del calor agobiante y de las serpientes marinas, era por culpa de estas últimas que el viaje se había ido alargando mientras los capitanes luchan por evadir a las bestias que pululaban el mar.

Por esa razón cuando el vigía del barco que iba a la cabeza de la armada grito desde su lugar en lo alto del mástil, ¡Tierra!, todos y cada uno de los soldados acudió a cubierta para contemplar por fin su destino.

[...]

Desde la partida de la Flota Real, en las costas solo quedaban un puñado de barcos destinados a patrullar las cosas de Yuuei. Barcos que recorrían las aguas en una dirección y luego en otra, barriendo el inconmensurable horizonte a la espera de ver al ejercito volver.

La rutina y la organización de la defensa había sido definida por la corte misma, los oficiales se limitaban a seguir las ordenes enviadas desde el palacio.

Cada día el vigía en turno repetía la rutina. Su misión era mantenerse atento a los barcos de los esclavistas y espantar a las serpientes marinas que se atrevían a acercarse a las zonas de pesca. Lo que el vigía menos esperaba cuando inició su turno en ese día caluroso era ver un puñado de nubes blancas oscureciendo el horizonte.

Era de mañana y el mar era un espejo brillante. El barco patrulla mantenía su curso natural, deslizándose perezosamente por las aguas. Las nubes en la lejanía poseían esa brumosa apariencia que hacía pesar que se veían a través de un cristal empañado. El vigía no podía mirar durante largo rato sin sentir fatiga, cuando el sol se hizo insoportable tuvo que bajar a refrescarse un poco.

Al volver de su descanso el vigía se sorprendió de volver a ver las nubes, solo que más grandes. Su forma había comenzado a definirse y una vez que comprendió lo que era, lanzó un grito de advertencia tan alto que todos en el barco corrieron a cubierta.

El capitán fue de los primeros en utilizar el catalejo para escudriñar el horizonte, al comprender lo que veía de inmediato ordenó emitir una alerta. En cuestión de minutos los arqueros dispararon las señales de humo que cruzaron el cielo dejan tras de sí una estela de color negro.

Bouquet de Flores [BKDK & KRKM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora