Triste infancia.

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La pequeña disfrutaba del los días de primavera que le regalaba el hermoso país de Corea, sus ojos desbordaban una inmensa alegría, tenia el vestido lleno de lodo, de igual manera parte de la cara, en su mesa convivía con sus cuatro muñecas de porcelana, su favorita tenía puesto un vestido azul con un sombrero extravagante lleno de plumas blancas, ella amaba la suavidad pero amaba más a la persona que se la había regalado el día que cumplió 7 años, su tierna y amorosa madre, desde entonces la cuidaba con esmero, tomo una tetera y sirvió él té en las tacitas de diseños chinos que su abuelo kang y padre dong wook compraron en un viaje por esas tierras, a lo lejos su padre y hermano la miraban con los ojos vidriosos, cabizbajos, una profunda tristeza les carcomia la mente, él perdería a la mujer de su vida, la madre de sus hijos, todo por una enfermedad que jamás dio señales de alerta, ahora quien cuidaria a sus pequeños, no podía dejar quebrar la compañía que con tanto sacrificio su abuelo y padre le habían heredado, se escucharon unas pisada que resonaron en todo el lugar, la sala de estar que algún día fue cálida y acogedora ahora de convertía en fria y despiadada, el doctor de la familia venía hecho un muladar, trayendo consigo malas noticias.

Doctor- Señor, su esposa a pedido ver a sus hijos, no le queda mucho tiempo, así que le ruego que a la brevedad se los lleve para que puedan despedirse de su madre.

Dong wook- Esta bien doctor.

El doctor regresó por donde había venido, el mundo de Dong wook se venía abajo, sus piernas se doblaron cayendo arrodillado ante su hijo, lo miro a los ojos y le pidió que fuera a la alcoba donde se encontraba su madre, abatido se limpió las lágrimas y salió al patio donde su pequeña hija se encontraba, la miró soltar una carcajada llena de vida, sus cabello castaño flotaba en el aire mientras daba de vueltas como una bailarina de ballet, la llamo tratando de ocultar su dolor.

Dong wook- Hye wook...

La pequeñita miró a su padre y corrió hacia él, la tomó entre sus brazos y la hizo volar por unos segundos en el aire, sus ojos color miel tenían un destello único, la bajo y de la mano juntos caminaron hasta la alcoba, el joven min ho ya se encontraba allí, las lágrimas escurrian en su rostro de porcelana, sus ojos estaban hinchados, acostado al lado derecho de su madre, aferrandose a ella de una manera desesperada, Hye wook se acercó a su madre, tomando su mano, su padre la cargo sentandola a la orilla de la cama, su madre comenzó a llorar, apenas y podia hablar, sus voz sonaba entrecortada.

Mamá- Mis pequeños, no quiero que estés tristes, desde aquel cielo azul los cuidaré, pase lo que pase, sean obedientes con su padre, min ho estudia mucho, algún día ocuparás
el lugar de papá en la empresa, cuida de tu hermana, se que serás un gran hombre.

Su respiración se hizo más lenta, abrazo a sus hijos con todas las fuerzas que le quedaban en ese aquejado cuerpo, cerró sus ojos y poco a poco su respirar se detuvo, quedando solo el llanto desmesurado de los niños.

Mr.KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora