XXII

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Alba se levantó temprano, no tenía clase, pero pasó buena parte de la mañana en la biblioteca de la facultad poniendo cosas al día. También quedó para tomar un café con unas compañeras de clase de Arte Contemporáneo, necesitaba evadirse y recuperar costumbres que le hacían mucho bien.

Cuando el reloj casi llegaba al filo del mediodía, se dio cuenta de que casi había olvidado que la noche anterior había quedado con Julia para cenar esa noche. Pensó en ir a hacer alguna compra con Marta por la tarde, si es que tenía cuerpo para acompañarla. De camino a casa cogió algo de comida para llevar, sin duda su amiga lo agradecería. Cuando llegó su miaga ya llevaba un rato levantada y su cuerpo aquejaba los achaques del día anterior, se sorprendió de ver a Alba tan activa y contenta.

Alba sonrió al verla enfundada en la bata de andar por casa aunque con cara de tener el cuerpo para pocos trotes. – Hola amiga, he pensado que necesitarías recuperar fuerzas-, dijo levantando la bolsa de la comida. –

--No sé qué haría sin ti- dijo llenando a su amiga de besos. – Me doy una ducha rápida y comemos-.

Natalia por su parte no se levantó de muy buen humor. Se sorprendió así misma algo inquieta e irascible. La noche anterior había dado un concierto estupendo, mucha gente le había escrito al móvil para reiterárselo, ella se habia sentido genial y esto solo sería el preludio de todo lo que iba a venir, pero aún así ella no terminaba de estar contenta, y no sabía de donde salía esa insatisfacción, o sí pero no quería reconocerlo.

Decidió ponerse el chándal, coger la música y salir a correr. Necesita expulsar de su cuerpo todas las toxinas, quizás así empezaba a sentirse algo mejor.

Corrió y corrió hasta que el cuerpo dijo basta y la batería de la música empezaba a hacer aguas. Varias veces se presentó en su mente Alba, la sacó con fiereza corriendo más y más deprisa, no pensaba darse tregua con ese tema.

Cuando llegó a casa María aún seguía durmiendo, se dirigió al baño y se dio una larga ducha. Mientras el agua limpiaba su esbelto cuerpo el móvil empezó a vibrar nervioso sacándola del trance. Cogió una toalla que se le antojó rebelde y abandonó refunfuñando aquel momento reparador. Cuando vio que era de una compañía telefónica bufó aún más, menos mal que no le había dado tiempo a cogerlo, si no posiblemente hubiera descargado su enfado con alguien que no tenia nada que ver con él.

Cuando entró a la habitación para vestirse reparó en algo que había olvidado. El cargador de móvil de Alba seguía allí, impertérrito, como desafiándola a salirse de la norma. Se acercó, lo cogió entre las manos y suspiró confundida. Tenía que devolvérselo, eso estaba claro.

Mientras tanto...

Alba y Marta charlaban animadas, Marta había obviado el tema de Natalia para ver si su amiga era ella misma quien lo sacaba a colación, pero no parecía muy dispuesta a rememorar el asunto.

- ¿Entonces has quedado con Julia hoy? - indagó.

- Sí, vamos a cenar al tailandés. Creo que he estado posponiendo este momento demasiado tiempo, y supongo que ambas necesitamos recuperar la normalidad, somos amigas, nos lo debemos. - encogiéndose de hombros.

- Me alegra oír eso si tu estas bien. Por cierto, no me resisto a contártelo, aunque ella te lo dirá esta noche. Un amigo de su padre ha abierto una galería de arte y están buscando a alguien para la inauguración, y creo... que Julia estaba pensando en proponerte algo. Peeeeroo, dijo alargando las palabras, yo no te he dicho nada, ¿de acuerdo?

Alba se mostró bastante sorprendida, aunque no quiso barajar ninguna posibilidad. En principio ella solo quería retomar la normalidad con Julia, lo que viniera después ya se vería.

La ausencia de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora