P2 Capítulo XIV

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Había releído varias veces aquella carta, bueno a decir verdad no era una carta, simplemente era un conjunto de indicaciones de varios lugares de Paris a los que supuestamente tenía que ir para quien sabe qué. Se estrujó el cerebro tratando de encontrar algún sentido, varias hipótesis y ninguna certeza. Pensó en la posibilidad de todo fuese una broma, hasta la idea de que alguien hubiese visto su obra y decidiese de repente jugar al misterio para intentar conseguir una ¿cita? o quién sabe qué, había tanta locura ahí fuera que se sorprendió a si misma en la desconfianza más absoluta.

-¿De verdad no te parece raro?- preguntó inquieta.

-En absoluto, bueno solo un poco fuera de lo común tal vez- dijo Isabelle tomándose la libertad de matizar algunos trazos en el cuadro que la rubia estaba pintando.

- No te creo... tú, la persona más prudente del mundo enserio no ves nada raro en esto- dijo haciendo una mueca y señalando el papel antes de cruzarse de brazos frente a ella.

Isabelle soltó una carcajada - ¿la persona más prudente del mundo? , deberías haberme conocido cuando estaba en la facultad, no osarías hacer tal afirmación- dijo taladrándola con la mirada para después sonreír ampliamente.

-Ahora me dirás que ibas a fiestas locas, eras enamoradiza y hacías mil y una locuras- con un deje de sorna, sin terminar creerse esa afirmación.

-Pues obviamente sí, nunca he sido una mojigata querida, no sé qué concepto equivocado tienes de mi- riendo de nuevo.

- Eres imposible- dijo revisando el cuadro como si buscase alguna respuesta que su cerebro analítico no terminaba de encontrar - Un momento... a lo mejor estás tranquila porque sabes algo que no me has dicho- cayendo en una posibilidad que no había barajado, y es que Isabelle estuviera al corriente de aquella situación tan atípica, quizás como cómplice de alguna otra persona del College.

-¿Yo?- moviéndose ahora nerviosa posando el carboncillo con el resto de materiales - Yo no sé nada, y en cualquier caso si lo supiera que gracia tendría que te lo dijese- tratando de excusarse.

-Ósea, que sabes algo- afirmando con contundencia y plantándose ahora frente a ella en busca de más explicaciones.

La francesa miró el reloj, aquella conversación ya estaba entrando en terreno pantanoso, no quería mentir a Alba, pero había prometido ayudar a Natalia, con al menos su silencio. Si aquello salía mal, y tenia muchas papeletas para ello, tendría que dar varias explicaciones, aunque no creía realmente que aquel brazo que había tendido a aquella joven que solo buscaba el perdón y la verdad, pudiera ser motivo de un bache insuperable en su relación con Alba, en cualquier caso, había decidido entrar en la partida y ya no había marcha atrás.

- Alba, ya sabes que tu compañía es un bien muy preciado para mí, pero me tengo que ir, tengo la reunión con los promotores del acto de la semana que viene y ya sabes cómo se las gasta esta gente- recogiendo sus cosas.

-De acuerdo- dijo alargando las palabras sin dejar de observar sus reacciones, Alba sabía que ocultaba algo lo que no sabía era qué por qué, aunque lo descubriría.

Cuando la francesa estaba a punto de desaparecer por la puerta corredera del aula Alba la detuvo un momento más.

-Isabelle- llamó con calma.

Entornó los ojos antes de darse media vuelta de nuevo, consciente de que una nueva pregunta se avecinaba - ¿sí? -

-Según tu criterio- dijo en un inteligente giro, sin dejar de observarla - ¿Crees que debo ir a esa librería? - preguntó con cautela, estaba claro que si Isabelle sabia algo no la enviaría a ningún sitio del que pudiera salir perjudicada.

La ausencia de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora