P2. Capítulo II

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Presente.

Paris
, ático de Alba en Montmartre.

Paris, ático de Alba en Montmartre

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Desde que llegó a París dormía siempre mal, la noche se veía interrumpida una y otra vez por sueños confusos y pesadillas absurdas, entonces se despertaba cansada e intranquila. Estas dos últimas semanas había empezado a encontrarse mejor, los párpados parecían caer con algo más de facilidad por las noches y el ruido de su mente parecía apaciguarse al pintar.

A pesar de todo aún no podía dar el adiós definitivo a sus cavilaciones, cuando menos lo esperaba, un detalle, una canción, un olor le situaban repentinamente en los brazos de aquella mujer de la que se había enamorado locamente unos pocos meses antes y entonces la torpeza y la tristeza le encontraban de nuevo y el corazón se le agitaba y entumecía.

El tiempo pasó a velocidad de vértigo en la ducha y cuando miró el reloj se dio cuenta de que se le había hecho más tarde de lo que esperaba.

-Joder Alba, date prisa eres un desastre-, se dijo a si misma. Lo último que quería en aquel momento era quedar como una irresponsable con Isabelle, la directora artística del College, que desde que llegó a Paris no había podido portarse mejor con ella, había sido un apoyo y una inspiración, lo mínimo era estar a la altura.

Tras mucho pensárselo y posponer la respuesta una y otra vez, había aceptado dar una pequeña clase para un reducido grupo de alumnos que estaban empezando a formarse en Bellas Artes. Isabelle consideraba que su forma de ver y hacer arte era algo podía aportar algo positivo a aquellos que recién empezaban a apasionarse y emprender su camino. Por eso, llevaba tiempo tanteando a la rubia que finalmente aceptó, con lo que no contaba Alba era con estar tan abstraída en su propia mente, tanto que no había esbozado una sola ni idea ni se había acordado del compromiso.

La Rue Fénelon estaba a unos 25/30 minutos caminando, ese tiempo tenía que ser suficiente para pensar en alguna idea digna de trasladarle a Isabelle. Caminar es lo que había hecho desde que llegó a París, caminando descubrió rincones inexplorados dentro de sí misma, y tras caminar durante horas había llegado a casa exhausta e inspirada más de una tarde.

Cuando por fin llegó al Centro, saludó a un grupo de compañeros que charlaban animadamente en el vestíbulo de la entrada y subió con prisa las escaleras que le separaban del tercer piso. El despachó de Isabelle estaba cerrado, miró el reloj, apenas pasaban cinco minutos de la hora acordada, toco la puerta desde la que inmediatamente obtuvo respuesta.

-Adelante-

-Buenas tardes Isabelle, disculpa el retraso- dijo pasando y cerrando la puerta tras de sí.

-Pasa por favor Alba, llegas justo a tiempo, ¿quieres un té o un café?, me iba a preparar uno ahora mismo- dijo dirigiéndose a una mesita auxiliar.

-Un té estará bien gracias- acomodándose.

Se tomó su tiempo, preparó ambos tés con calma y delicadeza y cuando terminó se sentó junto a Alba con una sonrisa reconfortante.

La ausencia de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora