P2 Capítulo X - Parte I

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El silencio retumbaba en su pecho como un grito que no tiene lugar para liberarse.

Si no fuera por el ruido de la calle y de los coches, pensaría que la tierra se quedó vacía cuando salió de aquel museo. Se sentó sobre una de las escaleras de la entrada y se encendió un cigarro, tenía las manos congeladas, como si de repente toda la sangre que circulaba por su cuerpo se hubiera convertido en escarcha, agradeció aquel veneno circulando por su sistema nervioso apaciguándola levemente.

Absurdo, todo le resultaba tremendamente absurdo, con la angustia del peso de saber lo que sabía y no poder volver atrás. Pensamientos, ideas e impulsos se agolpaban en su mente, a cada cual más ridículo. ¿Qué haces cuando el muro que has construido alrededor de tu vida durante meses resulta que ha sido solo fruto de tu ceguera? todo parecía un mal sueño, una ilusión, una broma de mal gusto.

Sin darse cuenta una carcajada salió de su garganta, y después otra, inmediatamente aquella risa ficticia y artificial, fruto del desconcierto, dio paso a las lágrimas, un llanto contenido se apoderó de su cuerpo, las lágrimas empezaron a dibujar surcos sobre sus mejillas, intensificándose por momentos hasta descontrolarse.

El cigarro se consumió a velocidad de vértigo entre sus dedos, lanzó la colilla al suelo, la calle estaba ahora prácticamente vacía, como si hubiera anochecido de repente sin previo aviso.

Con las manos temblorosas desbloqueó el móvil, no sabía exactamente que pretendía hacer, pero marcó el número de María.


María
Llamando...


Mierda, pensó y colgó antes de que ningún tono se escuchase al otro lado. María estaba con Alba y ella no tenía ningún derecho a irrumpir como un elefante en una cacharrería, como si todo lo que había sucedido entre ellas fuera algo que se pudiera arreglar con una simple disculpa, como si su mundo y el de Alba fueran el mismo de unos meses atrás.

La gestión sobre sus emociones en ese momento resultaba muy complicada y ella necesitaba tranquilizarse y pensar con claridad, demasiada información, demasiado desastre tomando forma a cada momento.

Como otro mazazo repentino recordó que Alba volaba al día siguiente de vuelta de Paris. Necesitaba hablar con ella antes, necesitaba disculpase por todo, necesitaba que supiera que siempre ha estado enamorada de ella, que se equivocó y que cuando quiso arreglarlo ya no supo cómo hacerlo.

Pasó alrededor de una hora sentada sobre aquel frío escalón, cuando la cajetilla de tabaco estaba llegando a su fin supo que era el momento de hacer algo. Tenía el cuerpo entumecido, cerró los ojos y se levantó desafiando a sus huesos y articulaciones. La ciudad le pareció extremadamente cruel aquella noche, hacía frío y el cielo se teñía de un azul demasiado oscuro, tanto que podía sentir su peso y su hueco sobre el pecho.

Cogió el móvil, 30% de batería en la pantalla, suspiró... tendría que ser suficiente.

Abrió el wasap y se deslizó hasta la última conversación con María:


Natalia

María, necesito hablar con Alba, dime que sigues con ella-

10 minutos después María seguía sin contestar y ella empezaba a impacientarse, hasta que el doble check azul apareció en la pantalla e inmediatamente un aviso de escribiendo...

María

Dime que no estás borracha, por favor, Natalia

Natalia

La ausencia de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora