XXV

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 A Natalia se le había echado el tiempo encima, sus pasos apresurados retumbaban ligeramente sobre el sueño del ático. Sacó una cazadora de cuero del armario, cogió el bolso, el casco y las llaves y salió volando en dirección a la ubicación que le había mandado María que ya estaba por allí con el resto de sus amigas.

A pesar de que aún faltaban diez minutos el local estaba casi lleno, muchos de los cuadros habían sido destapados y algunas personas curioseaban a una distancia prudente.

La local tenía una iluminación tenue que daba un aspecto poético a todo el arte que había alrededor, un montón de cuadros distribuidos por la estancia principal, todos con una breve reseña, nota o poema de la autora.En otras dos estancias habia otros dos cuadros que para la autora tenían alguna connotación especial.

Alba estaba rodeada de sus personas más allegadas y de otros tantos conocidos que no habían querido perderse el evento, también se dejó caer algún profesor de la universidad y varias personas anónimas que no se sabe si pasaban por allí o realmente sabían a lo que iban. En cualquier caso, la entrada era libre y todo aquel que quisiera era libre de pasar. Saludo a todos los que pudo y a los que no ya tendría tiempo de sobra después de la presentación. De alguna forma u otra tenía que agradecer a todo el mundo que se habia tomado la molestia de acompañarla. 

Al fondo de la estancia ya estaba instalada una pequeña mesa con varios tipos de bebidas y todo el picoteo que desinteresadamente había preparado su tía.

Mientras...

Natalia atajaba con la moto varias calles intentado ganar un poco de tiempo para no llegar tarde, pero el trafico a aquellas horas no le estaba poniendo la tarea nada fácil. Cuando por fin llegó a su destino el reloj marcaba las siete y diez, escribió a María que salió a buscarla a la puerta y junto a ella entro al local en el mismo momento en el uno de los mentores de Alba, un viejo profesor tomaba la palabra para dirigirse a los presentes.

"Me van a permitir decir unas palabras antes de maravillarse ante la delicadeza de las obras que tienen delante. Hace ya un par de años conocí a este ser humano tan especial que es Alba. La primera vez que vi una obra suya supe que terminaría asistiendo a exposiciones, galerías o cualquier lugar que albergase sus obras.

Es difícil definir todo esto porque la presencia del arte en nuestra vida no se debe meramente a razones estéticas o decorativas, para cada uno de nosotros el arte es una cosa diferente, algo tan subjetivo y íntimo que cada uno tiene que elaborar su propia experiencia en torno a ello.

En el caso de Alba, hablamos de una persona que combina su amor por la pintura con su amor por la música, que es igualmente arte. Para mí, si ella me permite el atrevimiento, Alba es una artista cuyas obras según mi apreciación se rebelan contra las simplezas de la vida, ella reivindica el amor y la libertad, aquello que no se percibe en una primera mirada, dejando de lado lo banal, que se esfuma con el más mínimo suspiro. Creo, o al menos esto es lo que me pasa a mi que Alba puede calmar la crudeza de la vida a través de su arte

Natalia que escuchaba las palabras con inmensa atención sentía un pequeño nudo en el estómago, escuchaba las palabras de aquel hombre mientras sus ojos se habían posado en Alba, estaba radiante , las mejillas sonrojadas y casi al borde del llanto por la emoción que le estaban causando las palabras que escuchaba. Natalia se estremeció, sin apenas darse cuenta sentía que queria protegerla.

Como decía un viejo pintor el arte no es algo que se pueda o no adquirir, el arte es algo que eres o no eres, y aquí tenemos el vivo ejemplo de ello.

Exclamó mirando a una emocionada Alba que estaba haciendo verdaderos esfuerzos por no llorar de emoción ante aquellas palabras que la atravesaban.

La ausencia de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora