XXIX

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Su mente vagaba sin rumbo, ausente y aún nerviosa por lo que había sucedido, miles de pensamientos se agolpaban en su cabeza mientras trataba de mantener la calma, pero eso era una tarea épica en aquel momento. Desprovista de sus mecanismos habituales de defensa y escape se encontraba frente a frente con la parte más vulnerable de su ser y eso la sobrepasaba, siempre.

Estaba sentada sobre el borde de la bañera cuando el ruido de la manilla de la puerta le sacó de su narrativa mental, Alba abrió la puerta con sumo cuidado y sus ojos se posaron tranquilos sobre ella y apuró lentamente los escasos pasos que las separaban. La camiseta gris dos tallas más grande que le había prestado Natalia era su único escudo en aquel momento, se agachó hasta quedar a su altura y la observó sin decir nada, era consciente de que acababan de atravesar un límite claro, Natalia tenía novio y aquella noche se había dejado llevar rompiendo la férrea disciplina que parecía imponer a sus emociones, lo que iba a pasar a partir de aquello era un completo misterio para ambas.

-Natalia, ¿estás bien?, hablame por favor -

Natalia la miró y suspiró, cada vez que aquellos ojos se posaban sobre ella se desarmaba y todo cuanto tenía planeado se venia abajo como un castillo de naipes.

-No sé que estoy haciendo- dijo perdiéndose en su mirada.

-Yo tampoco lo sé- suspiró.

- No puedo evitar besarte si estás cerca-la voz se quebraba en su garganta.

-Te diría que no lo evites- dijo temerosa acariciando su pierna.

Suspiró nerviosa -Siento cosas por ti, y no sé que son porque nunca... pero tengo una pareja, me siento mal, lo que hemos hecho no es lo que yo acost...-decía con la voz temblorosa, sin poder terminar las frases y con los ojos al borde del llanto.

-Lo entiendo, no pasa nada, tranquila por favor- dijo Alba que no queria alargar su sufrimiento. - ¿Quieres que me vaya? -

-No!, dijo Natalia mirándola suplicante. - Quiero que entres en la bañera mientras te preparo algo caliente. -Por favor- pidió con los ojos temiendo que Alba se diera media vuelta y desapareciese por aquella puerta.

Lo que quiero es desnudarte lentamente y saborear todo tu cuerpo y volver una y otra vez a tu boca durante toda la noche mientras perdemos el control y nos olvidamos de que existe el mundo más allá de nuestros cuerpos entrelazados, pero tengo novio y le quiero, y se supone que tenemos una vida juntos, esto no está bien, así no Natalia, pensó para sí misma, suspirando ante el inmenso laberinto emocional que tenía delante y del que no tenía ni idea de como salir.

Alba asintió insegura, ella también estaba angustiada, le cogió la mano y le acarició la mejilla levemente, Natalia movió la cabeza y sintió un escalofrío al volver a sentir su tacto sobre ella, su pecho era como un volcán.

- Desde que me besaste en aquel baño no he dejado de pensar en ti, he tratado de no darle importancia, de pensar que fue un arrebato sin más, pero está claro que no lo he conseguido- Respiro profundamente, hablaba sin mirar a Natalia con los ojos sobre un punto concreto sin pestañear apenas. -Me gustas, muchísimo, pero entiendo que tienes cosas que aclarar, no quiero que esto sea una agonía para ti ni para mi, dejemos que las cosas sucedan o no.

Alba espero una respuesta verbal que no llegó. Natalia la miraba hipnotizada con las defensas debilitadas, ahora fue ella quien se inclinó y le acarició la cara, miró sus labios, se recreó en ellos unos minutos que apenas parecieron segundos, los recorrió lentamente con el dedo índice conteniendo el aire. Sujeto su rostro con suavidad y se inclinó lentamente sobre sus labios sin poder contener un beso lento, húmedo, cargado de emociones sin voz. Alba entreabrió la boca deseándola más y ambas lenguas se encontraron tímidamente ahogando un leve gemido. Durante unos segundos Natalia saboreó aquellos labios bejo el tumulto de sentimientos que se agolpaban en su pecho, y cada sensación parecía multiplicada por diez. Su sabor era tan dulce, la lengua hacia tímidas incursiones por los recovecos que encontraba, sus respiraciones se entremezclaban lentamente y el vapor de agua se reconcentraba sobre ellas. Quiso memorizar cada milímetro de su boca, grabar a fuego su sabor, no podía volver a ella de aquella manera, no hasta que aclarase sus sentimientos o todos saldrían heridos al final. Se separó de Aba lentamente y despegó su cuerpo temerosa -Entra rápido o se enfriara- señalando la bañera. -Voy a preparar un té- dijo acercándose a la puerta sonriendola bajo el maremoto de sentimientos que ambas habían despertado.

La ausencia de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora