P2. Capítulo III

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Madrid

6 meses antes

Dos días después de regresar de la Sierra.


-Alba, escúchame, sé que todo esto es precipitado y una locura, pero quiero que sepas que no te fallaré esta vez, si tú me...-

-No Julia, por favor, escucha...- dijo sonriéndole tranquila mientras acariciaba su mejilla

Julia se acercó a sus labios y acortó la distancia que les separaba, posó sus labios delicados sobre ella mientras sus manos acariciaban su espalda con necesidad, - te quiero- susurró sobre su boca.

-Julia, ¡no! ¿qué haces? - exclamó separándose lentamente, pero con firmeza, no quería herir sus sentimientos, pero aquello le había dejado momentáneamente en shock. En su tono de voz no había enfado, pero si una seriedad absoluta que la castaña no había visto nunca en ella.

Entre las dos se impuso una distancia que congeló el espacio. La rubia suspiró mirando al techo, trató de ordenar las palabras en su mente, cogió su mano y una sonrisa leve sonrisa se intuía en la comisura de sus labios.

-Julia, verás, yo...- los ojos se agrandaban y un brillo de otro mundo dibujaba sus pupilas – estoy enamorada de Natalia, estoy profundamente enamorada de ella, todo ha pasado muy rápido, pero estamos empezando algo, hemos pasado estos días juntas y yo no me imagino estar con ninguna otra persona que no se ella, lo siento- 

Julia agachó la cabeza, sus emociones oscilaban entre la vergüenza y la tristeza – Lo siento- acertó a decir, - no pretendía ofenderte, perdóname por favor, me ha costado mucho reconocer todos los sentimientos que siempre he tenido por ti y sin duda ha sido demasiado tarde- dijo con los ojos empañados.

-Por favor, mírame Julia- tratando de levantar su barbilla – Lo nuestro fue algo bonito, te quiero muchísimo, de verdad, te adoro, no llores por favor-

-No, no, tranquila es que soy idiota, perdóname enserio- sonriendo ante la dulzura de la rubia

-No tengo nada que perdonarte, además somos mejor amigas que novias, creo que seríamos un desastre- dijo haciéndole reir.

-Natalia es la persona más afortunada de este mundo- dijo perdiéndose en sus ojos

Alba agachó la vista sonrojándose, - yo también lo soy, es maravillosa-

-Me alegro de verdad, perdóname por esto, no sé que me ha pasado-

- No te preocupes, ¿estás bien? -

-Lo estaré, anda ve a buscar a Natalia, es ella es la persona a la que ibas a regalar ese cuadro ¿no?- dijo señalando uno de los lienzos que Alba había apartado cuidadosamente para darle la sorpresa a Natalia llevándoselo a casa.

Natalia

Arrastraba los pies como un autómata, las lágrimas se deslizaban incontrolables para morir  finalmente en su mejilla, algunas personas que pasaban a su lado se quedaron mirándola, preguntándose que podía sucederle, pero ella estaba muy lejos de aquellas calles por las que parecía que caminaba su cuerpo

Cuando estuvo lo suficientemente lejos se dejó caer en un bordillo y se sentó. Hundió la cabeza entre las piernas, a sus pulmones no llegaba suficiente aire, quería gritar y agrietar el mundo con la misma fiereza con la que su corazón latía.

Su móvil seguía vibrando incansable, sintió deseos de estamparlo contra el asfalto, lo sacó enfurecida, el nombre de Mikel apareció de nuevo en la pantalla, su conciencia le impidió apagarlo y olvidarse del mundo, quizás había pasado algo grave.

La ausencia de la luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora