Aturdida, caminó a lo largo de varias calles donde perdió la noción del tiempo, la nota de Natalia, donde los hechos ya eran solo memoria permanecía arrugada entre sus dedos. Se sentó sobre el respaldo del primer banco que encontró, sentía que el corazón le pesaba, roto como un reloj de piedra, gris, como equipaje polvoriento.
En su interior, el ruido, la lucha. Sin atisbo de ningún lugar seguro donde esconderse, se sentía más desnuda que nunca, como si algo atravesara fríamente el tacto de sus huesos y el aire llegara envenado a sus pulmones.
No fue consciente de cuándo se levantó de aquel banco y continuó su rumbo, conscientemente no iba a ningún lugar, pero inconscientemente sus pasos acababan de dejar atrás la Moulin de la Galette, lo que significaba que en apenas unos minutos estaría delante de la place des Abbesses, junto al lugar indicado en la nota.
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Pasaban más de veinte minutos de las ocho y Natalia se había quedado completamente sola en aquel lugar. Durante el tiempo que pasó allí, varios turistas curiosos habían detenido brevemente sus pasos frente al lugar, pero al filo del atardecer eran únicamente ella y su guitarra.
No era muy realista pensar que Alba se hubiera perdido o que el paseo en barco se hubiera alargado más de lo planeado, así que el retraso apuntaba a que, una vez desvelada la responsable de aquella historia la rubia no iba a aparecer.
Sentada sobre el banco echó la cabeza hacia atrás, por primera vez notó el cansancio de forma palpable, los efectos de insomnio y la ansiedad estaban pasando su factura en su cuerpo.
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Caminaba mientras torpemente trataba de imponer algún tipo de orden a la maraña de pensamientos que se derramaban sobre su mente.
Natalia en Paris, ¿se sorprendía? ¿quién si no ella hubiera podido agitar su corazón débil y entumecido de aquella forma.
Cuando vio su silueta, y la forma de su cuerpo sobre aquel viejo banco, comprendió que no habría espacio lo suficientemente profundo para alejarse de ella e ignorar sus huellas. No confiaba en acortar más la distancia, su corazón gritaba para despojarle de su orgullo, pero su cabeza rememoraba la última noche en la que vio a Natalia antes de irse a Paris, sus palabras. Temía encontrarse con aquella mirada derribando sus barreras y tratando de deshacerlo todo, como un otoño cayendo sobre las copas de los árboles.
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Echó la cabeza hacia atrás y cogió una bocanada de aire que no sirvió para llenar sus pulmones, se giró por mera inercia al escuchar un ruido en aquel lugar que empezaba a parecer desierto
Entonces la vio, sus gestos no respondían a ninguna de las hipótesis que había barajado Natalia, no podía ver la totalidad de sus facciones, pero su cara parecía seria, avanzaba a paso extremadamente lento, como si el mundo bajo sus pies fuera un campo de minas con la probabilidad de volar por los aires en cualquier momento. Estaba preciosa, llevaba el pelo recogido en una coleta que tenia toda la pinta de haber ido decayendo con el paso de la tarde, unos vaqueros y una amplia sudadera cubriendo aquel menudo cuerpo, sobre el que la vida la vida le había revelado todo su sentido unos meses atrás.
Su cuerpo se levantó de aquel banco instintivamente, a velocidad de vértigo.
Conforme la distancia entre ambas se acortaba el cuerpo de Natalia comenzaba a acusar un nerviosismo más que evidente, notó como su vientre se encogía y latidos irregulares golpeaban con fuerza sus sienes.
En cuanto la distancia entre las dos se disolvió, notó como un latigazo en la garganta quebró su respiración momentáneamente.
Alba se paró frente a ella, no dijo nada, simplemente se limitó a mirarla durante varios minutos que parecieron estirarse eternamente, sus ojos parecían recorrer todos los tramos de su cara pausada y dolorosamente.
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La ausencia de la luz
FanfictionAlba Reche, es una prodigiosa estudiante de la facultad de Bellas Artes. Tímida, soñadora, sueña con tener una galería de arte y numerosos proyectos en un futuro, pero sobre todo ama la música, esa pasión que todo el mundo conoce pero que no ha ten...